11.26.2006

Sexualidades Disidentes

Acerca del Discurso en Jóvenes Homosexuales Universitarios
Profesor Maestrante
Renato Marcelo Osses Leyton


UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA
Unidad Xochimilco – División de Ciencias Sociales y Humanidades
Maestría en Psicología Social de Grupos e Instituciones

CIUDAD DE MÉXICO, OCTUBRE 2006
INTRODUCCIÓN

Asistimos al momento histórico de la postmodernidad
[1], concebida como un continuum de lo moderno que cohabita en Latinoamérica con realidades modernas y premodernas, para mí es el espacio de la urbe ameboide[2] que exterioriza un malestar generalizado ante la cultura y la tecnología, que se caracteriza por una prominencia de lo individual frente a lo grupal, de lo heterogéneo y lo diverso frente a lo uniforme; surgida en el contexto del derrumbe de las utopías y a la luz de la supremacía de un modelo económico globalizante por sobre las ideologías occidentales en pugna durante el siglo XX.
Me parece una época marcada por dos grandes transformaciones: la proliferación de los discursos y la fragmentación de las identidades. Si otrora el discurso oficial occidental se enmarcaba en totalidades globalizantes, ahora existen múltiples realizaciones discursivas[3] formando un macrotexto social, pugnando por sobrevivir e incidir en la sociedad. Si antes había un modelo aspiracional único de persona: varón, heterosexual, caucásico, profesional y propietario, ahora co-existen muchas manifestaciones identitarias que antes eran invisibles: mujer propietaria, empresaria, profesional, presidenta/ hombre metrosexual, bisexual, poliamoroso, homosexual, gay/ queer, transexual, transgénero y las que vendrán…
Esto nos está hablando del temor que tiene el ser humano al caos y de la necesidad de construir clasificaciones, nos asusta la nada, la no referencia, lo inexplicable, y recurrimos a la nominación, a la investigación, al arte, pero también al pre-juicio y al estereotipo como mecanismos para ‘dar orden a nuestro mundo’. La herencia de la modernidad positivista, racionalista, no ha acabado, sino que se transforma, un paradigma sustituye a otro (Kuhn: 1962) y los discursos religioso, político, jurídico, médico, científico siguen haciendo mella en nosotros.
Esta investigación, que pretende ser psicosociolingüística, se encuentra atrapada en estas coordenadas, así como en la experiencia de vida de quien observa y describe, de quien relata e interactúa en lo bipersonal y en lo grupal: la visión del sujeto observado no es independiente del observador.
En este macrocontexto social no podemos dejar de observar la notoriedad que ha adquirido el tema de la diversidad sexual y especialmente el de la homosexualidad en México y en muchas partes del mundo. Los que cursamos más de cuatro décadas, recordaremos que a fines de los 60’s el tema homosexual estaba invisibilizado y se reducía a tal o cual extravagancia que podía cometer alguna estrella del espectáculo. Poco a poco esta fracción de la realidad se ha evidenciado - tal vez bajo el triste alero de la pandemia SIDA en la década de los 80’s- en un proceso de develamiento, de lucha y reivindicación. El siglo XXI es la ‘centuria homosexual’, y actualmente no hay cambio político o religioso en occidente que no considere el tema de la gaycidad; no obstante , la discusión se da entre fuerzas contrapuestas, y mientras ciertos derechos para las personas homosexuales son reconocidos en algunos países (unión civil, adopción, herencia, salud, etc.), en otros sigue existiendo el delito de ‘sodomía’ (Nicaragua) e incluso el presidio perpetuo y la pena de muerte para los homosexuales (Irán, Irak, Nigeria, Mozambique, Pakistán )[4]
En México se ha vivido lo propio, la lucha política por hacerse visibles a fines de los 70’s se vio interrumpida en la pugna por la sobrevivencia ante el VIH, siendo durante los 90’s cuando se retoma la organización desde lo político y comienza a surgir desde la academia el estudio de las sexualidades. Después de cinco generaciones, en esta Maestría 2004-2006, ingresan cuatro temáticas LGBT, lo que nos debe hacer reflexionar sobre el amargo silencio anterior.
Desde un país de corte tradicionalista como Chile[5], el campo homosexual se vive de forma diferente, más soterrado por la sociedad, por lo que el aterrizaje en Ciudad de México 2004-2006 no sólo ha implicado en lo personal un significativo proceso de deconstrucción-reconstrucción, sino que es un paréntesis liminar en lo que nos queda de vida, al decir de Neruda: ‘nosotros, los de antes, ya no somos los mismos…’[6]

EL DISCURSO DE NUNCA ACABAR
‘Verba manent et movent’

Me interesa aludir al discurso, a ese constructo definitoriamente humano que re-crea realidades. Hemos dicho que entendemos por discurso un conjunto sistémico de ideas sobre la realidad, con un tópico aglutinador, al que las personas adscriben mediante un acto de fe.
Trasladémonos contextualmente a una manifestación del grupo vinculado a la diversidad sexual en donde se plantea un dicurso...
‘Ahora es martes y son las 19.00 hrs. en el departamento de la calle Acapulco en La Condesa; como cada semana, vienen llegando entre presurosos y puntuales los ‘Padres y Madres de hijos Gays e hijas Lesbianas del grupo Condesa’; Myriam Ángel –fundadora y coordinadora del grupo que cumplió seis años- y sus ayudantes los reciben con cordialidad, con simpatía, denotando su experiencia en el oficio. Hoy estoy invitado a plantear una charla sobre ‘diversidad sexual’, como miembro del grupo 21 de Amnistía Internacional.
Esta vez me tocó estar en otra arista del discurso, hasta entonces siempre escuchaba a los hijos/as, pero ahora pienso que el ‘desclosetamiento’ es un proceso a veces mucho más fuerte para los padres. Remito esta experiencia porque en las sesiones a las que asistí, con padres, hijos, ‘diz’ que especialistas, emergió claramente lo que llamaremos aquí el ‘discurso del origen’.’
Asociado muchas veces a lo mítico, el discurso del origen ha acompañado siempre al hombre en la tríada: ¿qué somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos? , interrogantes concomitantes a la experiencia de este grupo de padres y madres que se preguntan reiteradamente por el origen de la homosexualidad de sus hijos, sufren por el entorno social y le temen al futuro.
Decíamos en otro texto que actualmente el discurso del origen en torno a la homosexualidad se debatía entre el ‘esencialismo’ y ‘constructivismo’[7], las primeras posiciones se basan en tres posibles explicaciones: la hormonal, que hace referencia a los influjos químicos que recibe la madre durante el embarazo y cómo éstos afectan a futuro la sexualidad del nonato, así como también presta atención a la producción bioquímica de la persona hetero/homo; la explicación neuroanatómica, que tiene un triste pasado, pues en ella se basó la intervención quirúrgica lobotomía , realizada principios del s. XX para ‘curar la perversión homosexual’, pero que tiene reciente desarrollo en la hipótesis de zonas cerebrales características de las personas homosexuales; y la genética, que causó gran revuelo sólo hace unos años al postular el descubrimiento de Xq 28 como el ‘gen homosexual’, según estudios realizados en gemelos homosexuales homocigóticos[8].
En el plano constructivista social, los Padres y Madres de la Condesa se preguntan: ¿qué hice para que mi hijo/a me saliera así?, ¿lo mimé demasiado?, ¿vivía en un ambiente rodeado sólo de mujeres?, ¿le hizo falta la imagen paterna?, ¿la convivencia con ‘ese chico’ le contagió la homosexualidad?, ¿es un momento crítico, pero se le va a pasar?, etc.
Percibo que el discurso promovido en esta agrupación de padres es que ‘se nace homosexual’ y ‘se es homosexual desde la cuna hasta la mortaja’, pero que ‘no sabemos a ciencia cierta cuál es su origen’. Más allá de estas ideas, quiero graficar la angustiosa búsqueda de una explicación por ‘esto que soy’ o por ‘esto que me está pasando’, proceso que he visto y experimentado en la juventud homosexual, y que me explico en dos dimensiones: por una parte esta necesidad humana vital de conocer nuestros orígenes, pero por otra parte el choque de la identificación con una sexualidad socialmente abyecta, que contrasta con la visión hegemónica naturalizada que lleva al heterosexual a no cuestionarse por qué es o siente así.
Considero el discurso del origen como la antesala del proyecto identificatorio homosexual, es decir, frente a esto nuevo, emergente, que experimento, necesito de una explicación y adheriré a aquella que más se acerca a mi cosmovisión; en lo particular, de acuerdo con los diferentes grupos investigados, aquello que tiende a concordar con la carrera que estoy estudiando (¿acto de Fe?) .
Mc Donald y Signorile aluden a esta conclusión en su concepción sobre ‘salir del clóset’, como un proceso vivido en diferentes etapas o pasos secuenciales, cuestión que retomaré más adelante.[9] De este modo, mi amigo Hugo que estudia en el IPN ingeniería industrial, me refiere: ‘yo creo que hay una razón biológica en la explicación de la homosexualidad…’, en tanto que Daniel, estudiante de psicología en la UAM, ha señalado: ‘ yo supe qué era homosexual hasta que estuve como en sexto de primaria, cuando tuve que dar una conferencia…ora sí que hasta el Director de mi escuela fue…, sobre SIDA; entonces ahí fue cuando descubrí sobre la palabra homosexual y algunas otras cosas más…’

2.- El discurso en funcionamiento

Otra forma de concebir el discurso es atender a cómo se presenta o se manifiesta en lo cotidiano, y a este respecto tomaré dos elementos que estimo conforman un cuerpo y tienen una gravitancia en mi investigación en torno al lenguaje relacionado con la homosexualidad: las palabras en el péndulo ‘discriminación-empoderamiento’.
El tema del discurso discriminatorio está en álgida actualidad, desde la conciencia de los derechos humanos se ha desarrollado todo un análisis en torno a la discriminación, las maneras cómo se re-produce, y las formas para combatirla. Por ejemplo, en México se señala que:
“Si bien es cierto que las personas o grupos que sufren discriminación por su orientación sexual - esto es: gays, lesbianas y bisexuales - padecen en lo general situaciones similares sobre los efectos de la discriminación, también es cierto que cada grupo de los mencionados anteriormente, tiene sus especificidades y por ende, genera su propio discurso en contra de esta discriminación sufrida que se vive todavía en nuestro escenario social mexicano. En el caso de los gays, el fenómeno de la discriminación tiene varias aristas y quizá niveles, la primera arista podría ser desde la infinidad de palabras usadas para expresarse hacia este grupo, y que no reflejan otra cosa más que el grado de intolerancia y de homofobia de las personas que las proliferan; la segunda podría situarse en el mal trato del que son objeto muchos hombres que, por tener o parecer tener una preferencia distinta a la heterosexual, son objeto de burla y de tratos indignos por parte de algunos servidores públicos…”
[10]
Eribon ha revisado el mecanismo del lenguaje discriminatorio como sello constitutivo de la personalidad homosexual, señalando que “en el principio hay la injuria, la que cualquier gay puede oír en un momento u otro de su vida, y que es el signo de su vulnerabilidad psicológica y social. ‘Sucio marica’…’sucia tortillera’…no son simples palabras emitidas casualmente, son agresiones verbales que dejan huella en la conciencia, son traumatismos más o menos violentos que se experimentan en el instante, pero que se inscriben en la memoria y en el cuerpo, porque la timidez, el malestar, la vergüenza son actitudes corporales producidas por la hostilidad del mundo exterior. Y una de las consecuencias de la injuria es moldear las relaciones con los demás y con el mundo. Y, por lo tanto, perfilar la personalidad, la subjetividad, el ser mismo del individuo (…).
El insulto me hace saber que soy una persona distinta de las demás, que no soy normal. El insulto es pues un veredicto, una sentencia casi definitiva y con la que habrá que vivir. Un gay aprende su diferencia merced al choque de la injuria y sus efectos, el principal de los cuales es sin duda percatarse de esta asimetría fundamental que instaura el acto de lenguaje: descubro que soy una persona de la cual se puede decir esto o aquello(…), la ‘nominación’ produce una toma de conciencia de uno mismo como ‘otro’ que los demás transforman en ’ objeto’ (...). La injuria es por tanto, apresamiento y desposesión.
El que lanza el ultraje me hace saber que tiene poder sobre mí, que estoy a su merced. Y ese poder es, en principio el de herirme. El de estampar en mi conciencia esa herida e inscribir la vergüenza en lo más profundo de mi espíritu. Esta conciencia herida y avergonzada de sí misma se convierte en un elemento constitutivo de mi personalidad”
[11].



Hablamos entonces del poder constitutivo del lenguaje, de su efecto caracterizador en la personalidad; en un sentido similar Judith Butler, “inspirada en los análisis de Michel Foucault y Jacques Derrida, plantea (…) la idea de performatividad: la identidad sexual no es algo natural o dado, sino el resultado de prácticas discursivas y teatrales de género; el género en sí mismo es una ficción cultural, un efecto preformativo de actos reiterados, sin un original ni una esencia”
[12]
El discurso discriminatorio podría moldear, entonces, al individuo, ser performativo, no por una característica exclusiva de él, sino en virtud de los efectos ilocucionarios y perlocucionarios del lenguaje, tal como los distinguió Austin al indicar que “los primeros son los actos de habla que, cuando dicen algo hacen lo que dicen, mientras que los segundos son actos de habla que producen ciertos efectos como consecuencia, al decir algo se derivan ciertos efectos. El acto de habla ilocucionario es él mismo el hecho que efectúa; mientras que el perlocucionario solamente produce ciertos efectos que no son lo mismos que el acto de habla”
[13]
El lenguaje nominativo injurioso tiene de ilocucionario el ser declarativo, al sustantivar un adjetivo: ‘puto, joto, lilo, puñal, maricón’ nos re-crea como un tipo humano abyecto; en tanto que ‘el rubor, la vergüenza, el miedo, la ira, la confusión’ cumplen con el efecto perlocucionario.
Los efectos del lenguaje discriminatorio se sustentan en que la nominación es una condensación sociohistórica del lenguaje, “un acto de habla no es un evento momentáneo, sino un cierto tipo de red de horizontes temporales, una condensación de iterabilidad que excede el momento que da lugar”
[14], esto es, cada vez que se produce el insulto se pone en acción la visión social depositada en la palabra. En este sentido la injuria siempre es contextual, y por ello cuando se es extranjero en la tierra se tiene ‘cierta inmunidad’ frente al término desconocido. Sin embargo, no sólo es la palabra la que produce afección, es el gesto, el tono, la elocución, ‘el acto de habla en función total’, como diría Austin, el que nos resulta amenazante porque tiene el poder de ‘des-colocarnos’, de interrumpir nuestro devenir cotidiano para dejarnos por unos momentos suspendidos, extraviados, sin saber qué hacer; tarda la mente y el cuerpo en recuperarse de un insulto, sobre todo cuando éste es percibido por primera vez.
Otro aspecto es que la efectividad de la injuria depende de lo que Butler ha llamado ‘poder soberano’: “para que la amenaza funcione se requieren de ciertas circunstancias, así como de un campo de poder a través del cual se puedan materializar sus efectos preformativos”
[15] . El injuriante se inviste de poder, asentado en la visión social, para proferir su discurso amenazante, pero este poder debe ser reconocido por el injuriado, pues de lo contrario se pierden los efectos. Es el injuriado, el receptor del discurso, quien valida el efecto perlocucionario; por ello alguien puede sentirse afectado por el discurso de un otro que no ha pretendido ofender, e incluso, se puede recibir un insulto y revertirlo como un elemento desencadenante de poder, proceso vinculado al empoderamiento.
No olvidemos, además, la relación que merced al lenguaje se produce entre el plano psíquico-afectivo y el físico-corporal: “afirmar que el lenguaje ‘hace daño’, que ‘las palabras hieren’ es combinar los vocabularios lingüísticos y los físicos”
[16], y nos puede llevar al debate que se ha suscitado en el plano legislativo penal en torno a considerar el acto de habla como ‘una conducta’, de la que el ciudadano debe hacerse responsable. Con todo, nos interesa la perspectiva psicosociolingüística del fenómeno, y encuentro en el planteamiento de Julia Kristeva una hipótesis que da cuenta de esta singular relación; ella amplía la noción de Saussure sobre el signo lingüístico estableciendo que preferentemente el lenguaje verbal contiene tres tipos de representaciones: “ las representaciones de palabra (análogas al significante en la lingüística), las representaciones de cosa (análogas al significado), que denomina simbólicas, y un tercer tipo de representación: las representaciones de afectos, inscripciones psíquicas móviles, sometidas a las operaciones de condensación y desplazamiento del proceso primario descrito por Freud, que denomina semióticas en sentido estricto.” Kristeva señala que su conceptualización “permite comprender cómo la palabra lógica, apuntalada por representaciones infralingúísticas, puede alcanzar el registro físico. Propone un modelo de lo humano, en el cual el lenguaje no está separado del cuerpo sino, por el contrario, donde el ‘verbo’ siempre puede afectarlo para bien o para mal”[17]
En la vida habitual de un joven homosexual universitario, los actos de habla podrían considerar: la interrelación con su grupo de pares, la comunicación en el contexto académico, la interacción con la familia y otros contextos sociales funcionales. En general, no se ha apreciado una diferencia sustantiva en la competencia semántica del lenguaje de estudiantes heterosexuales u homosexuales, homogeneizándose muchas veces en la ‘chavolalia’ a través de palabras del grupo etáreo, como pueden ser: ‘banda’, ‘mi jefe/a’, ‘cámara’, ‘wey’, etc. No obstante, hay un espacio característico propio que se produce en la interacción con otros jóvenes gays, caracterizado por un argot que va desde la verbalización en un contexto plenamente gay, como puede ser ‘el joteo’ o ‘el perreo’ – competencia sociolingüística-, pasando por la informalidad de la conversación entre pares gays, el lenguaje inscrito sobre una superficie para ‘el ligue’, la interacción en el chat gay, hasta la máxima expresión de la competencia somatolálica que enmudece las palabras en el ligue del metro, del baño sauna o en la casita de placer[18].
Una antítesis pendular del ‘lenguaje discriminatorio’ es el ‘lenguaje de empoderamiento’, posibilitado merced a que las reglas que estructuran la significación y que generan la posición del sujeto homosexual a través de la injuria son las mismas que permiten la subversión. Una de las fortalezas que nos otorga la ‘nominación’ es que nos da existencia, constituye un reconocimiento del otro y una ‘posibilidad de ser’. En este contexto un nombre sustantivo es mucho más poderoso que una frase nominal, puesto que la segunda se ocupa muchas veces como un eufemismo del primero, esto es, si decir: ‘maricón, joto, tereso, viado, fleto, hueco, puñal’ resultan términos socialmente tabúes en cuanto a significante y significado, el recurrir a ‘le gusta la cáscara amarga, se le hace agua la canoa, come arroz con popote, le gustan las patitas de chancho’ suaviza la significación, pero suelen ser formas lingüísticas inoperantes para el efecto de empoderar un término.
Mediante el ‘lenguaje de empoderamiento’ efectúo un proceso para revertir la injuria apropiándome de los términos ofensivos y resignificándolos, o creando otros nuevos con los que me identifique preferentemente y universalizándolos. Un ejemplo del primer caso podría ser el término ‘joto/a’ - surgido en la cárcel de Lecumberrie en donde agrupaban a las personas homosexuales en la celda ‘J’ – y del que ha derivado el término festivo ‘jotear’, como una actividad entretenida mediante la cual ‘puedo ser como soy’, ocupado en su derivación por una conocida tienda llamada ‘joterías’, es decir, mercado donde hay cosas para jotas. Y como segundo ejemplo está el ya clásico término ‘Gay’, universalizado y adoptado como término político y de lucha: ILGA Internacional Lesbian Gay Association, cafeterías Bgay Bproud, Reflexiones sobre la cuestión gay, etc.
Según Armand de Fluvia “el término ‘gay’ es un adjetivo de origen provenzal, que pasó al catalán: gai, al francés: gai, y de éste al inglés: gay, al castellano: gayo, al galaico portugués: gaio, y al italiano: gaio. Tiene diferentes significados: alegre, divertido, festivo, simpático, ufano, satisfecho, jovial, jocundo, contento, brillante, bien vestido, atractivo, fresco, disoluto, inmoral, calavera, de vida festiva o disipada, impertinente, prostituto, etc. Además en los países anglosajones se aplica esta palabra, como sustantivo, a los homosexuales”.
[19] De este modo, vemos cómo la ‘comunidad de ambiente’ adopta un término con connotaciones mayoritariamente positivas – reemplazando al clínico ‘homosexual’ y al religioso-legal ‘sodomita’ - para autodenominarse tan sólo hace unas tres décadas, lo que evidencia a la vez un proceso de visibilización y de subjetividades emergentes.
Podemos considerar como una manifestación de lenguaje de empoderamiento el ‘outing closet o salida del clóset’, el reconocer y decir-se: ‘soy gay’, es un acto de habla declarativo trascendente que tiene efectos ilocucionarios y perlocucionarios para la persona. Mc Donald define la salida del armario como “un proceso de desarrollo a través del cual las personas gays o lesbianas se dan cuanta de sus preferencias afectivas y sexuales, y escogen integrar este conocimiento a sus vidas personales y sociales. Salir del clóset involucra adoptar una identidad no tradicional, reestructurar el concepto propio, reorganizar el sentido personal de la historia y alterar las relaciones propias, con otros y con la sociedad; todo esto refleja una serie compleja de transformaciones cognitivas y afectivas, al igual que cambios del comportamiento”
[20]
Por su parte, Signorile establece una serie de pasos o etapas vividas durante la salida del clóset, muchas de las cuales se evidencian como actos discursivos:
1.- Identificación personal o autoreconocimiento de la orientación sexual.
2.- Reconocer la aversión hacia uno mismo y crear la autoestima.
3.- Aprender la verdad respecto a ser gay o lesbiana.
4.- Aprender a reconocer a otros gays y lesbianas.
5.- Desarrollar una familia de amigos.
6.- Planear cómo decírselo al mejor amigo/a.
7.- Salir del clóset frente a otros amigos.
8.- Tener una primera plática con la familia.
9.- Mantener viva la discusión sobre el tema con la familia.
10.- Traer a casa amigos y/o pareja gay – lésbica.
11.- Entender y evaluar la naturaleza sexuada en el centro de trabajo.
12.- Hacer que se enteren tus colegas.
13.- Ayudar a que otros salgan del clóset.
14.- Vivir como gay o lesbiana sin pensarlo.

El discurso de los derechos humanos
[21] y la toma de conciencia de la discriminación y de su manifestación a través del lenguaje también ha generado un espacio de empoderamiento, que se ha manifestado en la intervención legal respecto a las palabras. En algunos países el uso del ‘lenguaje de odio’ tiene penalización, en México el artículo 206 del Código del Distrito Federal ha sustentado demandas a este respecto:


“ARTÍCULO 206 DEL CÓDIGO PENAL PARA EL DISTRITO FEDERAL
TÍTULO DÉCIMO: DELITOS CONTRA LA DIGNIDAD DE LAS PERSONASCAPÍTULO ÚNICO: DISCRIMINACIÓN

ARTÍCULO 206. Se impondrán de uno a tres años de prisión y de cincuenta a doscientos días multa al que, por razón de edad, sexo, embarazo, estado civil, raza, precedencia étnica, idioma, religión, ideología, orientación sexual, color de piel, nacionalidad, origen o posición social, trabajo o profesión, posición económica, características físicas, discapacidad o estado de salud:
I. Provoque o incite al odio o a la violencia;
II. Veje o excluya a alguna persona o grupo de personas; o
III. Niegue o restrinja derechos laborales.
Al servidor público que niegue o retarde a una persona un trámite, servicio o prestación al que tenga derecho, se le aumentará en una mitad la pena prevista en primer párrafo del presente artículo, y además se le impondrá destitución e inhabilitación para el desempeño de cualquier cargo, empleo o comisión públicos, por el mismo lapso de la privación de la libertad impuesta.”
Por su parte, la CONAPRED en estos dos últimos años ha desarrollado campañas radiales y publicitarias en pro de la no discriminación y su manifestación a través del lenguaje, en el metro de Ciudad de México vemos afiches que dicen: ‘No le llames maricón…, es una persona al igual que tú . ’ Vale decir, se está tomando conciencia de la palabra que oprobia como un acción que no contribuye a una sana convivencia en la diversidad, y por otra parte, reconozcamos la intromisión de la institución normativa legal a través de la penalización del uso del lenguaje.
Pienso que este planteamiento pendular ‘discriminación-empoderamiento’ desde el lenguaje, es congruente con una macro estructura dual en la que vive la persona homosexual: Cuelgan, se cimbran, oscilan..., las subjetividades gays se re-construyen en el vaivén del estar aquí y allá: dentro y fuera del grupo, adentro y afuera del clóset, en el mundo heterosexual y el homosexual, entre lo permitido y lo vedado...

3.- El discurso de la diversidad sexual

Entre los grupos y activistas LGBT se está dando una polémica en torno al discurso, algunos adhieren a la nominación ‘gay, lésbica, transgénero, transexual, travestí’ porque la ven como un poderoso instrumento político, un planteamiento diferenciador frente a la vida y una manera para demandar derechos propios; y otros pensamos que el concepto de ‘diversidad sexual’ es más incluyente y contribuye a paliar el fenómeno del ghetto y a evitar la victimización. No obstante, también nos previenen respecto a si el uso del sintagma nominal ‘diversidad sexual’ no sería en el fondo un recurso insconsciente para no aceptar lo que somos: homosexuales, y fungiría como una estrategia eufemística de blanqueamiento; ser ‘diverso sexual’ me acerca al plano de la heterosexualidad, me permite compartir aunque sea parte de ella, no me margina necesariamente. En un contexto similar, algunos plantean que la ‘bisexualidad’ es una estación transitoria, un camino de paso hacia la asunción de la homosexualidad; en tanto que para Irina Echeverría, la transexualidad también sería transitoria, concebida como un cauce en el proceso de un cuerpo de hombre que no identifica al alma y personalidad de mujer. [22]
“Aproximarnos a la diversidad sexual, necesariamente nos hace revisar el concepto que tenemos sobre la sexualidad. Es decir, dejar claro que concebimos a la sexualidad como un producto social que se refiere a los aspectos erótico-amorosos de nuestras vivencias, y que se sitúa mucho más allá de la genitalidad.”[23]
Desde esta perspectiva, para los estudios sobre diversidad sexual, la ‘sexualidad’ y la ‘diversidad’ constituyen categorías de análisis centrales. Así, la categoría ‘diversidad sexual’ abarca las sexualidades plurales, polimorfas y placenteras como la homosexualidad, el lesbianismo, la bisexualidad y el transgénero (travestíes y transexuales), ya sea como identidades esencializadas o como prácticas sexuales sin carácter identitario. Pero no se quedan ahí; también incluyen el estudio de la heterosexualidad, pues aunque constituye la expresión de la sexualidad legitimada por excelencia, no por ello deja de ser otra de las formas en que la diversidad sexual se manifiesta .
“La noción ‘diversidad sexual’ también debe verse en sí misma como una categoría plural. Es necesario reconocer la propia diversidad de identidades y prácticas que coexisten al interior de la diversidad sexual. En este sentido, debemos tener presente que no se puede hablar, por ejemplo, de una única identidad gay, ni de una única identidad lésbica, sino de ‘identidades gays, lésbicas, etc.’. Por esta razón, es imprescindible tener en cuenta que gays, lesbianas, bisexuales, transgenéricos, etcétera, están en todas partes y, como ha señalado Plummer (1992), son atravesados por una serie de diferencias socioculturales dadas por el sexo, el género, la clase social, la edad, la religión, la etnia, entre otros, que matizan las manifestaciones culturales específicas de las identidades y las prácticas sexuales.”
[24]
Butler nos ha advertido del proceso de ‘naturalización’ que ha vivido la categoría ‘homosexual’, producto de la visión de la identidad de género como algo innato y de la aceptación preferencial en las personas por las explicaciones provenientes de las ciencias naturales, característica claramente manifiesta en la descripción de los tópicos tratados por la Agrupación de Padres y Madres de La Condesa. “Los enunciados de identidad guardan la memoria de las prácticas de autoridad que los instituyen como normales o como abyectos (…), los enunciados de género, desde los pronunciados en el nacimiento como ‘es un niño o una niña’, hasta los insultos como ‘maricón o marimacho’ no son enunciados constatativos, no describen nada. Son más bien enunciados performativos (o realizativos), es decir, invocaciones o citaciones ritualizadas de la ley heterosexual (...)” [25] En lugar de apelar a un control por parte del Estado que censure o limite la emisión de discursos de odio racistas u homófonos, Butler va plantear una estrategia muy distinta al señalar el potencial subversivo de una reapropiación de estos mismos códigos insultantes: tomar la palabra y autodefinirse como ‘queer’[26] supone instalarse en las fallas del sistema heterocentrado, es invertir la fuerza performativa con la que el lenguaje sanciona la diferencia. Butler propondrá este intervalo de recodificación y resignificación, este margen de intervención entre palabras y sus efectos performativos, como un espacio de resistencia y confrontación política en el interior de los discursos dominantes[27]”. Para ello es necesario romper el silencio a través del desarrollo de un discurso que me haga presente, visible, y a la vez me construya como persona de la sociedad. En esta acción aparece la cuestión de cómo la invención de este sujeto implica un modo de uso de los discursos y por ende, del ejercicio del poder de enunciar. Esto quiere decir que al tomar el papel de enunciador el sujeto actualiza los discursos a su disposición, los re-crea.
“Para Foucault esta enunciación confirma una episteme, está limitada a las reglas de inteligibilidad demarcadas en su contexto histórico discursivo (...) En la conceptualización lacaniana, la invención de sujeto se explica como la entrada al orden simbólico. La aparición del sujeto tiene que ver por una parte con el uso de los discursos y por la otra como la sujeción de dicho sujeto a los discursos (...) Mientras enuncia, el sujeto se enuncia a sí mismo, mientras construye se construye, mientras se esfuerza por disolverse a sí mismo en la heterogeneidad de lo enunciado, no hace sino restaurar su presencia”
[28]

4.- El discurso del imaginario

Para Manuel Antonio Baeza (2000), los ‘imaginarios sociales’ se constituyen en singulares matrices de sentido existencial, como elementos coadyuvantes en la elaboración de sentidos subjetivos atribuidos al discurso, al pensamiento y a la acción social. Los imaginarios sociales siempre son contextualizados, ya que les es propia una historicidad caracterizante; no son la suma de imaginarios individuales: se requiere para que sean imaginarios sociales una suerte de reconocimiento colectivo, de tal manera que "los imaginarios pasarían a ser sociales porque se producirían, en el marco de relaciones sociales, condiciones históricas y sociales favorables para que determinados imaginarios sean colectivizados, es decir instituidos socialmente" (Castoriadis citado por Baeza 2000:25)
Tratar de comprender los fenómenos sociales contemporáneos desde la perspectiva de la teoría de imaginarios, es reconocer, parafraseando a Castoriadis, que la historia de la humanidad es la historia del imaginario humano y de sus obras. Se trata entonces de una posibilidad plausible y pertinente, que reconoce en la acción práctica del ser humano (con otros y sobre el sí mismo), en la dinámica de lo instituido y lo instituyente, una dialéctica poiética de autocreación; idea similar a la planteada por Maturana cuando nos define como seres incompletos y autopoiéticos.
Estamos planteando que el ‘imaginario’ es una categoría sociocultural, una construcción humana que ha sido instituida y legitimada socialmente. Nuestros imaginarios se constituyen en matrices que dan sentido a muchos aspectos de la realidad, con un carácter dinámico, puesto que subyace en ellos la posibilidad de creación, de resignificación, de deconstrucción y el reconocimiento de la posibilidad de creación de nuevos juegos de lenguaje, de nuevas metáforas, de nuevos universos simbólicos para dar cuenta del mundo compartido por los humanos.
A la capacidad de la psique de crear un flujo constante de representaciones, deseos y afectos, se le denomina imaginario radical como fuente de creación. El imaginario radical es el imaginario individual o imaginación radical, pero el imaginario social no es la suma de imaginarios radicales, ni la parte común, ni la media.
[29] La perspectiva de un sujeto del imaginario radical, de un sujeto creador del sí mismo, no debe llevarnos a desconocer la existencia de lo social como punto precedente del imaginario radical. Los léxicos fundadores serán prestados del léxico de la cultura que van a sustituir (imaginario social instituido). El sujeto juvenil es creado y es creador a la luz del imaginario social que le ha sido instituido, no sólo por su capacidad de generación de lo nuevo, sino por la capacidad de desplazamiento de sentido, acorde con el concepto de imaginario que nos propone Cornelius Castoriadis: “Hablamos de imaginario cuando queremos hablar de algo ‘inventado’ –ya se trate de un ‘invento absoluto’ (una historia inventada de cabo a rabo) , o de un deslizamiento o desplazamiento de sentido, en el que unos símbolos ya disponibles están investidos con otras significaciones que las suyas normales o canónicas”. Los jóvenes en sus diferentes formas de agrupación juvenil, desarrollan procesos de creación de nuevos estilos que podrían ubicarse, entre otros en la música, la moda, en las prácticas corpóreas, en estilos de vida acordes con sus procesos de creación, en su manera de vivir la sexualidad, pero también desarrollan procesos de desplazamiento de sentido al reciclar y mezclar estilos y estéticas juveniles preexistentes: "Lo esencial de la creación no es el ‘descubrimiento’, sino la constitución de lo nuevo; el arte no descubre, constituye; y la relación de lo que constituye con lo ‘real’, relación de verificación. Y, en el plano social, que es aquí nuestro interés central, la emergencia de nuevas instituciones y de nuevas formas de vivir, tampoco es un ‘descubrimiento’, es una constitución activa.”[30]
Consideremos que los imaginarios se expresan en las diferentes formas de lenguaje - Castoriadis señalaba que “ jamás podremos salir del lenguaje, pero nuestra movilidad en el lenguaje no tiene límites y nos permite ponerlo todo en cuestión, incluso el lenguaje y nuestra relación con él"
[31] - por ello su comprensión nos pone en la necesidad de indagar los discursos de las personas, sus prácticas, los intersticios, brechas, zonas y límites donde lo imaginario existe y el papel que en el discurso de las personas pueden desempeñar; así como también en el reconocimiento del sujeto que a través del imaginario, como fuente de creatividad y novedad, hace posible nuevas formas de vida, nuevas identidades.
Pintos conceptualiza los imaginarios sociales como “aquellos esquemas construidos socialmente que nos permiten percibir, explicar e intervenir en lo que cada sistema social considere como realidad (…), los imaginarios sociales tienen una función primaria que se podría definir como la elaboración y distribución generalizada de instrumentos de percepción de la realidad social construida como realmente existente.”
[32] He dicho que concibo la realidad como una construcción social macrotextual, de modo que esta investigación de maestría lo es también de los imaginarios sociales, y de cómo permea el discurso institucional del estado, de la religión, de la educación, de la familia, en la construcción identitaria de las homosexualidades; así como también el paradigma, la sociohistoricidad y mi experiencia de vida tamizan la investigación. Gran parte de la movilidad en la investigación ha sido producto del contraste entre los imaginarios que tenemos sobre la juventud homosexual mis informantes y yo.
Y esto lo podemos apreciar en cada fuente de información, en lo que publican los periódicos y las revistas, lo que emiten las radios y los canales televisivos, las películas, las músicas, las diferentes formas del espacio en la universidad y en los antros, las poesías y las novelas, los cómics, los sitios de Internet y la omnipresente publicidad, ese nuevo discurso moral que pretende monopolizar el sentido de nuestras vidas y en donde se generan las relevancias que muchas veces construyen nuestras referencias. En mi dispositivo de análisis he señalado al ‘análisis del discurso’ como una herramienta para ‘ver la presencia de lo institucional, los mecanismos persuasorios o disuasorios, lo normativo, los mecanismos que validan lo hegemónico, lo introyectado desde la sociedad’.

Concuerdo con Franco cuando señala que la ‘naturalización’ del orden social se da a través del sometimiento de los sujetos a las significaciones imaginarias sociales, es lo que ya nos advertía Butler con respecto al proceso social que han vivido las homosexualidades, entrando al esquema clasificatorio positivista y validando su existencia como una nueva posibilidad identitaria. Pero amplío que ese proceso de naturalización va inserto en la construcción de imaginarios merced al lenguaje, recurriendo a las estrategias discursivas mencionadas: la naturalización (p.ej. ‘por naturaleza el hombre tiende a la violencia en el acto sexual, le gusta penetrar’), el esencialismo (p.ej. ‘somos seres racionales’), el dogma (p.ej. ‘Dios los creó hombre y mujer y juzgó que era bueno’), la generalización (p.ej. ‘a la mayoría de los hombres les gusta dominar’), la homogenización (p.ej. ‘la pareja gay es infiel’), el paradigma heterosexual (p.ej. ‘en la pareja homosexual uno cumple rol activo –de hombre- y el otro un rol pasivo –de mujer-‘), la minimización (p.ej. ‘los hermafroditas son apenas el 0,4 % de la población’), y por supuesto la invisibilización que consiste en no hablar del tema, no mencionarlo siquiera: ‘lo que no se nombra no existe’ (Bersani). Señalemos además que cada institución adoptará la estrategia discursiva en congruencia con su cosmovisión, así la religión planteará el dogma, la jurisprudencia la ley, la ciencia dura la naturalización o el esencialismo, la ciencia social la generalización u homogenización. Y sin embargo, aunque aparentemente diferentes, estos discursos muchas veces se refuerzan entre sí.


De este modo, hemos revisado algunas ideas en torno a las construcciones discursivas de las homosexualidades y de la diversidad-disidencia sexual.
Seguiremos profundizando en torno a éste y otros temas conexos, invitándoles a participar en el debate a través de esta página web o haciendo llegar sus comentarios, desacuerdos, rectificaciones, impresiones, ampliaciones, quejas, et caeteram a :
caucasicop@yahoo.com.mx.
Desde ya, muchas gracias por la atención, desocupado lector....




[1] UAM Xochimilco (1991). “La Posmodernidad”, Colección Ensayos, México, 217 Págs.
[2] Extendiendo sus seudópodos, crecen nuestras capitales latinoamericanas rodeadas de bolsones de pobreza en el marco de la inequidad. Estoy hablando de Santiago de Chile, de Buenos Aires, de Santa Fe de Bogotá y de nuestro paradigma surrealista: Ciudad de México.
[3] Entiendo por discurso ‘un conjunto sistémico de ideas sobre la realidad, con un tópico aglutinador, al que las personas adscriben mediante un acto de Fe’.
[4] Tan sólo en este trimestre se aprobaron las ‘uniones homosexuales’ en Irlanda del Norte, Escocia, Inglaterra, Gales y la República Checa; S.S. Benedicto XVI entregó indicaciones expresas sobre la homosexualidad en el sacerdocio; el presidente de Brasil Inacio Lula da Silva lleva por tercera vez el tema LGBT a la ONU, en tanto que en Irán siguen asesinando a las personas homosexuales por el delito de ‘lavat’.
[5] República de Chile: 15.350.000 hab., 17 años de régimen militar (1973-1990), 30 % de la educación en manos de la Iglesia Católica, la que también funda el partido político más relevante en la segunda mitad del siglo XX: PDC.
[6] Tomado de: “Veinte Poemas de Amor y una Canción Desesperada”.
[7] Vendrell, J. (2004) “El debate esencialismo-constructivismo en la cuestión sexual”.En “Sexualidades Diversas. Aproximaciones para su análisis”. PUEG-Porrúa, México. Págs. 35-64.
[8] Al respecto, ver Suárez, J.L. (2004) “Teorías biológicas que intentan explicar el origen de la preferencia”. En “Sexualidades Diversas. Aproximaciones para su análisis”. PUEG-Porrúa, México. Págs. 129-144.
[9] Lugo Pérez, A. (1999) ‘Identificación del nivel de conocimientos médicos y legales de los homosexuales de sexo masculino que se dedican a la prostitución en Ciudad de México’. Tesis Postgrado Medicina UNAM.
[10] Ponencia presentada por el Maestro Erick Omar Lee Meneses, ante la Cámara de Diputados del Distrito Federal, con ocasión del Foro sobre Diversidad Sexual 2005.
[11] Eribon, Didier. (2001) “Reflexiones sobre la cuestión gay”. Anagrama, Barcelona. Págs. 29-40.
[12] Butler, Judith. (1997) “Lenguaje, poder e identidad”. Síntesis, Madrid. Págs. 9-13.
[13] Butler, J. (1997) Op. cit. p. 18.
[14] Ibid.. p. 35 .
[15] Ibid. P. 31.
[16] Matsuda, M. et alter. (1993) “Words that wound: critical race theory, assaultive speech, and the first amendment”. Boulder:Westview Press.
[17] Kristeva, J. (1986) “Al comienzo era el amor. Psicoanálisis y fe”. Gedisa, Buenos Aires.
En García, Ma Inés (2003) “De los límites del lenguaje o el lenguaje de los límites” TRAMAS N° 21, México. Págs. 303-313.
[18] Joteo : situación de manifestación-coquetería homosexual.
Perreo : situación de agresividad lingüística entre homosexuales.
Ligue : acciones en procura de pareja sexual y7o afectiva.
[19] En Lugo Pérez, A. (1999) Op. cit. p.4.
[20] Ibid, p. 28.
[21] Entiendo por discurso ‘un conjunto sistémico de ideas sobre la realidad, con un tópico aglutinador, al que las personas adscriben mediante un acto de Fe’.
[22] Discurso planteado en la presentación del Proyecto de Ley de Género, Cámara de Diputados (2006).
[23] Careaga Pérez, G.(2004) ‘Sexualidades Diversas, aproximaciones para su análisis’, Introducción.
[24] Hernández Cabrera, P. M. (2004) Op. Cit., Págs. 21-33.
[25] Al respecto, véase de Judith Butler:“El género en disputa” o “Cuerpos que importan”(2002).
[26] Lo queer aparece, en parte, como una reacción a la categorización en sexualidad humana, ‘extiende el término hacia dimensiones que no puedes ser subsumidas bajo el género y la sexualidad’, lo queer ‘no niega otras diferencias, sino que aporta una base común para un ordenamiento de distinciones más sutiles (género, raza, etnia, clase, etc.) en identidades y estrategias discursivas’. Gardner H.(1996)La investigación de subjetividades disidentes. En Harvard EducationalReview, N°66.
58 Sáez & Preciado. ‘Prólogo a lenguaje, Poder e Identidad’.

[29] Franco, Yago. (2003) Magma: Cornelius Castoriadis: Psicoanálisis, Filosofía y Política. Buenos Aires: Editorial Biblos.
[30] Castoriadis, Cornelius. (2002) Figuras de lo Pensable (las encrucijadas del laberinto IV). México D:F.: Fondo de Cultura Económica.
[31] Castoriadis, Cornelius. (2002) La Institución Imaginaria de la Sociedad. El imaginario social y la institución. Vol. 2. Buenos Aires: Tusquets Editores.
[32] Pintos, Juan-Luis. (2000) “Construyendo Realidad(es): Los Imaginarios Sociales”. En http//web.usc.es , Santiago de Compostela.
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