6.20.2005

El Movimiento Lésbico Feminista en México... (Primeras 20 páginas)

EL MOVIMIENTO LÉSBICO FEMINISTA EN MÉXICO,
SU INDEPENDENCIA RESPECTO A LOS MOVIMIENTOS
FEMINISTA HETEROSEXUAL Y GAY
Y SU MISION HISTORICA


VI ENCUENTRO DE LESBIANAS FEMINISTAS DE LATINOAMÉRICA Y EL CARIBE 2004
RESCATE HISTÓRICO
PONENCIA:

Yan María Yaoyólotl Castro

Este ensayo esta constituido por una breve introducción en español y en ingles y posteriormente, por el desarrollo del tema, finalizando con el artículo “Hacia la construcción de una corriente de izquierda lésbica de Latinoamérica y el Caribe.

Para aquella sirena del canto guerrero,
Para aquella hermosa amazona negra,
Por su compromiso re-evolucionario,
impecable.
A Ochy Curiel

Y a Coyolxauhqui Articulada

Movimiento Lésbico Feminista
El presente ensayo se refiere al Movimiento Lésbico Feminista, a su carácter autónomo y a sus diferencias con el resto de movimientos sexopolíticos: por un lado, su disparidad con el Movimiento Feminista Heterosexual; y por el otro, su divergencia con los movimientos Homosexual, Lésbico-homosexual, Gay, Lésbico-gay, Lesbogay, Bisexual, Transgénero, Transexual, LGBT, Queer y en general de la Diversidad Sexual. Asimismo, también se refiere a los puntos de coincidencia con estos.
El Movimiento Lésbico Feminista constituye una propuesta política y una cosmovisión totalmente diferente a los dos bloques antes mencionados, propuesta que ha sido negada o por lo menos invisibilizada por éstos, debido al carácter patriarcal que permea al movimiento feminista heterosexual y que prevalece en el conjunto de movimientos gays y de la diversidad sexual.
Actualmente, el Movimiento Lésbico Feminista se encuentra en medio de una vorágine de confusión y descontrol, porque se encuentra sometido a un discurso político patriarcal-neoliberal que lo ha colocado bajo la supremacía de los bloques sexopolíticos antes mencionados, así como en medio de la más abyecta mercantilización y banalización de la sexualidad humana, ello, con el propósito de neutralizar el carácter político y eliminar la propuesta re-evolucionaria del lesbofeminismo.
El proceso de gayficación, “geificación”, del movimiento de lesbianas se encuentra íntimamente ligado al proceso neoliberal de mercantilización (libre mercado) de los movimientos sexopolíticos, paralelo al proceso de patriarcalización del feminismo, iniciativas que emanan de la dinámica de la globalización patriarcal.
Para que el Movimiento Lésbico Feminista pueda crecer y además desarrollarse en toda su plenitud necesita determinantemente superar su atavismo con el movimiento feminista heterosexual y liberarse de su subordinación con el movimiento gay. Y entonces, desde la autonomía, establecer políticas de alianza con el Movimiento Gay y con el Movimiento Feminista Heterosexual sin permitir su geificación ni su heterofeminización.
Pero antes que lo anterior, es prioritario establecer alianzas con los movimientos internacionales altermundistas y de la nueva izquierda-feminista, con los movimientos obrero, campesino, indígena, popular, estudiantil, de color, de trabajadoras (os) de servicios y ecofemisistas, así como con los movimientos revolucionarios internacionales.
El presente análisis no se reduce a impulsar la lucha por la independencia del Movimiento Lésbico Feminista respecto a su subordinación a los dos bloques mencionados ni a su lucha contra el lesbianismo neoliberal y el feminismo patriarcalizado, sino también, a continuar impulsando su lucha contra el conjunto de las estructuras internacionales de dominación patriarcal: la OMC, el BM, el FMI, la AID, las políticas de la ONU, los inhumanos tratados comerciales como el ALCA, entre otros.
Pero sobre todo, se refiere a la urgente necesidad de reconstruír las bases ideológico-políticas y las bases sociales organizadas del lesbofeminismo radical y re-evolucionario.
Este ensayo constituye un acercamiento hacia la recuperación de una historia propia que en México inicia a mediados de los 70s y cuyas tres grandes líneas continúan desarrollándose hasta la actualidad: Ácratas, Lésbos y Oikabeth I. Una incursión que permite analizar el pasado para entender el presente y proyectar al futuro. Historia que ha pretendido ser sepultada, por las fuerzas neoliberales de la derecha gay y feminista, como representantes de la presente, última y devastadora ofensiva del patriarcado: la globalización neoliberal o capitalismo salvaje.
No se trata de “retroceder” al pasado, sino de recuperar la esencia, el sentido primordial de lo que era y és la lucha de liberación lésbico feminista que era y es la punta de lanza de la liberación de todas las mujeres; siendo esta última a su vez, la condición de la liberación de toda la humanidad.
El propósito de este ensayo de ninguna manera se reduce a un lamento por la negación del Movimiento Lésbico Feminista por parte de los dos bloques mencionados. Por el contrario, constituye una revaloración de su carácter profundamente revolucionario, razón por la cual se le ha pretendido eliminar, o por lo menos, se le ha pretendido neutralizar subordinándolo, subsumiéndolo o confundiéndolo con aquellos dos movimientos como una simple “parte”, apéndice (Costilla de Adán), o un derivado de la política heterofeminista o de las políticas: gays, bisexual, de la Diversidad sexual, LGBT o Queer y actualmente: multisexual: sadomasoquista, swingers, menages, sodomita, voyers, trisexual, coprofílica, zoofílica, necrofílica, etc.
Movimientos sexopolíticos que han pretendido reducir al lesbianismo de: la rebelión de las mujeres, a un grosero asunto genital, ó, como decía Cheryl Clarke, una lesbiana negra americana: El lesbianismo: un acto de resistencia, a una trivial opción o preferencia sexual.
El movimiento lésbico no ha podido crecer ni desarrollarse precisamente por el control que han ejercido las liderezas: lesbogays, gays, homolésbicas, bisexuales, Lgtb, queers, trans…, de la diversidad sexual y ahora, multisexuales, quienes se han dedicado a hablar por y a representar a las lesbianas en las esferas del poder político nacional e internacional, lo que se ha denominado: el Lesbianismo Institucional, que no es otra cosa que el Lesbianismo Neoliberal, y por supuesto, a controlar los financiamientos dirigidos a “Asuntos lésbicos”. Como decía Marx, quien tiene el control económico tiene el control político, ideológico, cultural y espiritual… y sexual. O simplemente, se han dedicado a lucrar con la comunidad lesbiana sometiéndola a la frivolidad, el alcohol, la banalidad, las drogas, la exacerbación sexual, la inconciencia o la prostitución.
Lo que nunca han entendido dichas mujeres gays, ni las heterofeministas ni las lesbianas institucionales, es: que la guerra lesbofeminista no es contra los hombres sino contra el patriarcado, no contra “individuos” sino contra “un sistema social”, ya que el patriarcado está compuesto por hombres pero también por mujeres profundamente misóginas y además, porque un hombre no se define por su sexualidad sino por su conciencia y por su compromiso; por lo cual, puede existir más afinidad con un hombre feminista que con una mujer o una lesbiana patriarcales.
De igual manera, se menciona brevemente cual es la trascendencia histórica del Movimiento Lésbico Feminista y en especifico Lesbofeminista radical y re-evolucionario y cuales sus aportes hacia la construcción de un nuevo sistema social mundial basado en una relación armónica entre la humanidad, con la naturaleza y el planeta.
Ahora, ante “el fin de la historia” ó la apocalipsis de la dominación patriarcal, es el Movimiento Lésbofeminista Autónomo y Re-evolucionario, a quien le toca diseñar los parámetros de la sociedad del futuro, como una vanguardia al lado de los sectores sociales étnicos, nativos e indígenas; raciales no-blancos; de las mujeres; de los movimientos obrero, campesino, popular, de servicios y estudiantil; de los pobres blancos y de la izquierda revolucionaria internacional junto con todas las oprimidas y oprimidos del mundo; por ello: ¡Asumamos nuestra misión histórica!

1977, Las raíces: Ácratas, Lésbos y Oikabeth I.
Los primeros grupos feministas de México, pertenecientes a la llamada “Nueva ola”, surgieron a principio de la década 1970-79, y el primer intento para formar una agrupación de feministas lesbianas se llevó a cabo a mediados de dicha década con el grupo Ácratas. Pero no fue sino hasta 1977 cuando en México surgió el primer grupo formal de lesbianas: Grupo Lésbos, y al año siguiente apareció la segunda organización ya con un carácter público y político: el grupo Oikabeth I.
Las tres agrupaciones se originaron en el seno del movimiento feminista y no dentro del movimiento homosexual como se afirma en la historiografía masculina. Además, los referidos grupos constituyeron la vertiente lésbica inicial del feminismo mexicano aun cuando las historiadoras feministas heterosexuales lo nieguen o lo omitan. E incluso a pesar, de que el grupo Ácratas se mantuviera separado del movimiento feminista (heterosexual) por considerarlo impregnado de una fuerte carga patriarcal.
El grupo Ácratas se autodefinía como feminista, anarquista y además separatista, criticando el carácter patriarcal de muchos aspectos del feminismo heterosexual al igual que del movimiento homosexual y de la izquierda patriarcal. Su propuesta, apuntaba a un feminismo radical dirigido hacia un metafeminismo y, por ende, a un metalesbianismo.
Por su parte, el grupo Lésbos se organizó con el propósito de trabajar la reivindicación y una nueva revaloración del lesbianismo como un proceso grupal interno, pequeño grupo de conciencia, no público.
Oikabeth I se constituyó como la primera experiencia pública y manifiestamente política de las lesbianas mexicanas, bajo una orientación feminista de carácter socialista y revolucionaria. Al respecto, es muy importante señalar que existieron tres Oikabeths, tres organizaciones distintas con tres líneas políticas totalmente diferentes. En este caso me refiero al Oikabeth Socialista Feminista que termina en 1982. El tercer Oikabeth es el que correspondería a quien sería años más adelante la primera mujer diputada lesbogay en México.
Sin soslayar las diferencias de opinión que existían al interior de cada uno de los grupos antes mencionados, podemos ubicarlos de la siguiente manera: Ácratas pretendía transformar radicalmente toda la sociedad y la cultura existente a partir de una nueva concepción de la mujer, fundamentado en algunas teóricas como Monique Wittig, hacia un metafeminismo, y por tanto un metalesbianismo. Lesbos se fijó el propósito de despertar en las lesbianas una conciencia de autoaceptación y de revaloración de si mismas. Y Oikabeth se propuso contribuir a la construcción de un nuevo orden social más justo e incluyente a través de un socialismo feminista y una nueva mística política. En síntesis, se podrían definir: Ácratas: feminista-crítico-lésbico-anarquista-separatista; Lesbos: lésbico-feminista, y Oikabeth: lésbico-feminista-de izquierda y específicamente, socialista-feminista.
Ácratas mantenía relación con el movimiento separatista lésbico internacional y con el movimiento feminista radical-anarquista europeo y estadunidense. Lésbos se mantuvo cercano a la dinámica del movimiento feminista mexicano (heterosexual). Oikabeth I se incorporó al movimiento revolucionario internacional socialista y a la izquierda tanto feminista como homosexual. Sin embargo, pese a la diversidad de sus orientaciones, los tres grupos mencionados defendieron enconadamente la autonomía del movimiento de lesbianas respecto de las feministas heterosexuales y de los homosexuales; especialmente Ácratas, aunque su propuesta apuntara más allá del feminismo y del lesbianismo (patriarcal), criticando incluso, la utilización del concepto “mujer” por constituir una definición masculina.

La independencia del control masculino.
En aquellos tiempos, el planteamiento de la autonomía era categóricamente rechazado porque en Latinoamérica no era costumbre que las mujeres se organizaran independientemente de los hombres y, por lo tanto, que se constituyeran en organizaciones exclusivamente femeninas. Por esta razón, la defensa de la autonomía fue una lucha muy difícil que el movimiento feminista sostuvo frente a las organizaciones sociales controladas por los hombres, las cuales abarcaban desde partidos y sindicatos hasta organizaciones obreras, campesinas y populares, incluyendo las revolucionarias y las de liberación nacional y por supuesto, también frente a las organizaciones homosexuales y más adelante, las gays.
Algunas de estas organizaciones se autodenominaron “mixtas”, es decir, constituidas por hombres y mujeres, dando a entender con ello que no se discriminaba al sector femenino. Sin embargo, dichas organizaciones eran en realidad masculinas, porque eran los hombres quienes directa o indirectamente mantenían el control no solo físicamente sino sobre todo, ideológicamente. Por ello, para ellas no había motivo para luchar específicamente por las demandas de las mujeres y mucho menos para que éstas se organizaran “independientemente”, es decir, autónomamente, ya que “los asuntos de las mujeres” estaban implícitos en sus programas.
Paradójicamente, el mismo argumento lo utilizaban muchas feministas heterosexuales para afirmar que la lucha de la mujer incluía en “sí misma” la liberación de las lesbianas, motivo por el cual el movimiento feminista no tenía por qué luchar específicamente por las demandas lésbicas. Por lo mismo, rechazaban el uso de la palabra “lesbiana” toda vez que, afirmaban, “feminista” englobaba a “todas” las mujeres. Algo similar se decía cuando se aseguraba que el término “hombre” implicaba a “hombres y mujeres”. Por ello, consideraban que organizarse autónomamente en grupos de lesbianas era un acto divisionista, desarticulador, separatista y sectario que debilitaba y fracturaba al movimiento feminista, una de las razones por la que no se consolidó Ácratas.
Al respecto, era tan falso que la revolución y el socialismo implicaran automáticamente la liberación de las mujeres como falso que la liberación de las mujeres implicara automáticamente la liberación de las lesbianas. La realidad era que tanto las mujeres en general como las lesbianas debían de luchar por ellas mismas y para sí mismas, lo cual requería necesariamente de la autonomía. Era evidente que cualquier grupo o sector social que no luchara por sí mismo y por sus reivindicaciones específicas sería opacado, subordinado o anulado por los grupos o los sectores más fuertes o dominantes.

Las heterofeministas y la autonomía lesbiana.
En relación al asunto de la autonomía lésbica, entre las organizaciones feministas heterosexuales prevalecían tres posiciones:
1.- Las liberales, consideraban que las lesbianas debían mantenerse dentro del movimiento feminista pero por supuesto, sin mencionar la palabra “lesbiana” y sin incorporar las demandas lésbicas especificas, es decir, que se mantuvieran en el “closet”, invisibilizadas, silenciadas, considerando por lo tanto, divisionista su autonomía y fracturadora del movimiento feminista;
2.- Las conservadoras, preferían que las lesbianas se mantuvieran como un movimiento aparte por el peligro que representaba que se confundiera feminismo con lesbianismo, razón por lo cual sistemáticamente deslindaban, por el otro, al “movimiento feminista” y por otro al “movimiento lesbiano”. Enfatizando siempre: “las feministas” y “las lesbianas”, como si estas últimas no pudieran ser feministas.
3.- Las heterosexistas, quienes preferían que las lesbianas no existieran.
Esta situación, que aún prevalece en nuestros días, fue una muestra de lesbofóbia al interior del movimiento feminista, de sexismo y discriminación sexual sustentada en una posición patriarcal.
Ante esta situación, el grupo Ácratas se mantuvo en una línea de separatismo ó “separatista” radical, sin alianzas con las feministas-heterosexuales y mucho menos con los homosexuales debido al carácter patriarcal y lesbofóbico de estos movimientos. Tampoco se alió con la izquierda debido a que en los partidos, los sindicatos y las organizaciones revolucionarias prevalecían estructuras profundamente opresivas para la mujer. No obstante, este grupo se definió antiderechista, antiEstado y partió de una propuesta revolucionaria desde la metamujer y el metafeminismo.
En cambio, Lésbos nunca rompió sus vínculos con el movimiento feminista (heterosexual), pero se mantuvo separado de las organizaciones masculinas fuesen heterosexuales u homosexuales.
Oikabeth I siguió una línea autónoma pero no separatista, estableciendo vínculos con los partidos de izquierda, sindicatos y movimientos revolucionarios y, además, con el movimiento feminista y con el movimiento homosexual pero de izquierda, negándose determinantemente a establecer alianzas tanto con las feministas como con los homosexuales derechistas.
No está de más enfatizar, que las tres organizaciones se mantuvieron autónomas respecto de cualquier relación con las instituciones gubernamentales, cuya máxima expresión era el Estado y de los partidos políticos de derecha. Así como de cualquier tipo de apoyo económico o financiamiento institucional que entonces no existían (aún no había dinero, presupuesto, para comprar organizaciones de lesbianas).

La lesbofobia de las “feministas lesbianas”.
Respecto a las feministas-lesbianas, hay que mencionar que eran militantes feministas que además eran lesbianas o más bien, lesbianas ocultas dentro del feminismo, que jamás lucharon por la causa lesbiana. Pero lo más cuestionable fue que la mayoría de ellas se convirtieron en fuertes opositoras al movimiento lésbico autónomo, y aún hoy continúan bloqueándolo. Era comprensible y respetable que algunas tuvieran que protegerse en el closet, pero inadmisible que la mayoría asumieran una postura política antilesbiana, sutil o contundente.
Finalmente, lesbianas con una lesbofobia explicita o implícita que se proyectaba no solo en sus actitudes sino en su análisis e interpretación científica de la realidad de la mujer. Continuando, de esta manera, reforzando la visión ideológica heterocentrista, base fundamental del patriarcado, y rechazando la teoría política lesbofeminista. Muchas de ellas son hoy importantes teóricas, liderezas, académicas, funcionarias y ejecutivas que continúan en el closet ideológico, por lo que caen en la contradicción de ser lesbianas con pensamiento androcentrista. Por lo mismo, se les llamaba “lesbianas de closet ideológico”.

La mujer y no el hombre, el punto de referencia.
Es sumamente importante insistir en que el punto de partida y de referencia de los tres primeros grupos lésbicos lo constituyó el feminismo y que ninguno de ellos tomó como referencia a la homosexualidad, ni siquiera en las múltiples actividades que organizaron conjuntamente.
El punto de referencia fue siempre la mujer, jamás el hombre; el feminismo y no la “gaycidad” (el Ser gay). De hecho, como ya se señaló, las tres agrupaciones surgieron inicialmente como respuesta al feminismo, como aspecto complementario del feminismo o la cara lésbica del feminismo. Incluso, el metafeminismo de Ácratas partía del feminismo mismo.
Ello se debía a que las tres organizaciones lésbicas coincidían en que el movimiento homosexual aún contaba con un profundo carácter misógino, falocentrista y patriarcal, mismo que a juicio de Lésbos y de Oikabeth I debía superar, y que según Ácratas nunca podría lograrlo.
De hecho, en un principio Oikabeth I intentó trabajar con homosexuales cuando a principios de 1978 se incorporó al Frente Homosexual de Acción Revolucionaria (FHAR), dado que era un frente de grupos, el cual abandonó dos meses después debido a que recibió una agresión lesbofóbica por parte de uno de sus lideres, quien sentenció: “Los heterosexuales las necesitan (a las mujeres) para procrear, para el trabajo doméstico y para cogerselas, pero nosotros (los homosexuales) podemos prescindir de ustedes,… las podemos borrar del planeta” (sustentado en que, en aquel entonces, se empezaba a hablar de reproducción in vitro y de clonación). A partir de ese momento, Oikabeth I declaró su total autonomía respecto del movimiento homosexual, pero es importante señalar que nunca dejó de realizar diversas acciones con la vertiente izquierdista de dicho movimiento.

El abismo entre las lesbianas y las homosexuales.La defensa de la autonomía lésbica, pero sobre todo, la defensa de la posición política lesbofeminista, marcaron una diferencia abismal entre “las lesbianas” y aquellas mujeres que se autodenominaban “las homosexuales” u “homosexuales femeninas”, mismas que surgieron en el seno de las primeras organizaciones del movimiento homosexual en 1978, es decir: el Frente Homosexual de Acción Revolucionaria y el Grupo Lambda de Liberación Homosexual; incluyendo, el primer intento de movimiento de liberación homosexual en 1971, desde el cual Nancy Cárdenas se declaró homosexual y se opuso a la autonomía lésbica y al lesbofeminismo, exceptuando en el 75, Año Internacional de la Mujer, por presión de las europeas y norteamericanas.
Las “mujeres homosexuales” o las “homosexuales femeninas” (más tarde llamadas así mismas: “mujeres gays”), se formaron bajo la perspectiva y el análisis de la realidad homosexual y androcentrista, es decir, masculinos. Aún las homosexuales de Lambda quienes retomado al feminismo y se comprometieron junto con los hombres de esta organización en la lucha por las reivindicaciones de la mujer, retomaron al feminismo heterosexual o heterofeminismo más nunca al feminismo lésbico o lesbofeminismo. Ello quedó expresado claramente en sus publicaciones e intervenciones públicas.
Ello no invalida en modo alguno, el impacto histórico que ejercieron las homosexuales femeninas por el valor de asumirse públicamente, ni tampoco invalida sus aportaciones al movimiento homosexual desde una perspectiva femenina. Pero si es importante señalar, que desde un principio esas homosexuales no partieron desde la autonomía que constituía un principio fundamental del enfoque feminista. Pero no solo de una autonomía organizativa estructuralmente, sino sobre todo, de una autonomía teórica, es decir de una crítica científica lesbofeminista al sistema económico, político y social patriarcal y no solo heterosexista contra lo cual luchaban los homosexuales.

La cosmovisión masculina del universo.
Cuando señalo: una visión masculina ó cosmovisión masculina del universo, me refiero a que ésta se encontraba -y se encuentra- centrada en el falocentrismo, explicito o implícito, simbólico o tangible, el cual siempre ha derivado en falocracia, la esencia del orden patriarcal. De hecho, como lo sostuviera Ácratas: la sociedad patriarcal era esencialmente homosexual, pero oculta. Los hombres se amaban entre sí, en cuanto que el hombre se ama a sí mismo: androcentrismo. Una complicidad erótico-política. Donde la libido masculina se sublimaba en La Cultura (sublimación de la neurosis por dificultad del desarrollo libre de los instintos homosexuales), con el fin de mantener el poder de dominación sobre la mitad de la humanidad, es decir, la esclavitud sexual de la mujer. Pero también, sobre otros hombres como es el caso del esclavismo, el servilismo o feudalismo y el capitalismo. Incluida también, la esclavitud racial y étnica no blanca. Así como, la esclavitud o dominación sobre la naturaleza, la depredación y la devastación ecológica.

El grupo homosexual Lambda.
Es oportuno señalar, que el único grupo homosexual que retomó realmente la propuesta política feminista (heterosexual) fue Lambda, los demás simplemente la ignoraron. Pero no la retomaron por la participación numérica de más de la mitad de mujeres homosexuales en sus filas, sino por su cercanía con el movimiento feminista (heterosexual), con el movimiento autónomo de lesbianas feministas y por la presencia de algunas homosexuales feministas (heterofeminismo) dentro del grupo, así como por la influencia del trotzkismo, corriente marxista que ha retomado las aportaciones de luchas sociales que no son específicamente obreras pero que tocan aspectos sociales primordiales.
Lambda, después de arduos debates con las organizaciones lésbicas independientes, retomó en ocasiones la palabra “lesbiana”, sin embargo en sus publicaciones e intervenciones públicas más del ochenta y cinco por ciento del discurso era masculino.
Estos avances dentro del movimiento homosexual se perderían con el advenimiento del neoliberalismo y del movimiento gay neoliberal. De hecho, actualmente los movimientos Gay, Queer, Bisexual, de la Diversidad, Transgenérico, Transexual y LGBT se encuentran precisamente en el polo opuesto a la línea del feminismo crítico no solo lésbico sino heterosexual.

La batalla de las lesbianas ante las y los homosexuales.
Oikabeth I libró fuertes batallas teóricas y políticas con las organizaciones homosexuales sobre la autonomía lésbica. En esa lucha estaban en juego los siguientes factores:
1) la defensa de la palabra “lesbiana”;
2) la defensa de la organización política estructural de las lesbianas, independiente de los hombres;
3) la defensa de una teoría científica y la cosmovisión lésbofeminista antipatriarcal;
4) la defensa del proyecto y del programa político específicamente lésbicos, es decir: la opresión lésbica relacionada directamente con la opresión histórica de la mujer y por lo tanto, la lucha lésbica relacionada directamente con la lucha de liberación de la mujer;
5) la defensa de la metodología de las tácticas y las estrategias de la lucha política lésbica;
6) la defensa de los objetivos y de las metas políticas lésbico-feministas;
7) y finalmente, la defensa de la lucha fundamental contra del patriarcado, entendido éste como sistema económico, político y social y, contra las instituciones patriarcales que de él derivaban: la familia (la prisión de la mujer), la monogamia (para la mujer), la maternidad (obligatoria), la feminidad (forzada), la heterosexualidad (impuesta), el trabajo doméstico (la explotación), el coito (única forma de la sexualidad humana), la triple jornada de trabajo (hogar, fabrica y partido político), entre otros. Por supuesto, entendido como: patriarcado-heterosexista y no solo como patriarcado, según el heterofeminsimo.
Propuestas que constituían una visión política totalmente diferentes a la visión homosexual o gay tanto masculina como femenina por lo cual era totalmente erróneo mezclar ambos movimientos.
Como cita Jules Falquet en su libro Breve reseña de Algunas Teorías lésbicas: “Como escribían las Radicalesbians de Nueva York en 1970: Una lesbiana, es la rabia de todas las mujeres concentrada hasta su punto de explosión”.
Lo anterior no significa que no hubiera algunos puntos de coincidencia con esas homosexuales, con quienes se establecían alianzas o acciones comunes como las protestas contra la represión o las marchas anuales.

El desconocimiento de la teoría política lésbico feminista, por las gays.
De hecho, las homosexuales o mujeres gays desconocían la existencia del análisis científico político feminista radical porque se sentían o identificaban con los hombres y no les interesaba una teoría de mujeres.
Desconocían sobre todo, la gran producción teórica de las feministas lesbianas, por ello, su sustento teórico fueron las interpretaciones teóricas de los homosexuales y en la actualidad, mucho peor, las teorías de la Diversidad y Queer.
Específicamente desconocían, y desconocen, el análisis de La crítica a la economía-política patriarcal capitalista heterosexista. Incluso a la mayoría les interesaba “un pepino”, como lo manifestaron, porque dentro de la cultura gay mientras exista diversión, alcohol y sexo para la masa lesbiana y, una cultura gay refinada y exquisita para la aristocracia lésbica, a ninguna de ellas les interesaba la existencia de una riquísima y amplia teoría feminista ni lesbofeminista a nivel filosófico político, misma que proporcionaba los elementos para poder entender y transformar la realidad.
En los años 70, la teoría feminista radical y revolucionaria se empezaba a construir con diferentes influencias teóricas: el marxismo, los y las marxistas, el troskismo, el anarquismo, los y las teóricas revolucionarias latinoamericanas, asiáticas y africanas, los y las teóricas ecologistas, la antipsiquiatría y contra la medicina capitalista, entre otras
Entre algunas de las más destacadas teóricas feministas heterosexuales (y/o lesbianas ?) revolucionarias, que han contribuido a la creación de una cosmovisión desde la mujer revolucionaria, se pueden mencionar a las extraordinarias teóricas Zillah Eisenstein, Sheila Rowbotham y Mariarosa Dalla Costa como unas de las mas comprometidas con el Feminismo Socialista ó Feminismo Marxista; así como también a Nancy Hartsock, Rosalind Petchesky, Linda Gordon, Nancy Chodorow, Jean Gardiner, Margaret Randall, Carollee Bengelsdorf, Batya Weinbaum, Amy Bridges, Heidi Hartmann, Alice Hageman, Judith Stacey, entre muchas otras más. Teóricas-practicas que aunque no retomaban al lesbofeminismo, sentaban las bases científicas para una teoría feminista revolucionaria que constituiría a su vez, el fundamento para una praxis lesbofeminista re-evolucionaria.

La producción teórico política de las lesbianas tercermundistas en los EU.
Hacia finales de los 80, también se publicaría una gran producción teórica por parte de las Feministas de Color (no blancas anglosajonas) tanto heterosexuales como lesbianas en los Estados Unidos: negras, asiáticas, latinas e indígenas, ubicadas a así mismas como “Mujeres tercermundistas en los Estados unidos” identificándose con el Tercer Mundo y no con el poder anglo norteamericano.
Entre estas grandes militantes y teóricas vivencialistas de los Estados Unidos, se encuentran: Gloria Anzaldúa y Cherrie Moraga, chicanas; Audre Lorde, afroamericana; Anita Valerio, india-chicana; Crystos, india Menomnee; Merle Woo, chinoamericana; Barbara Smith, afroamericana; Mitsuye Yamada, japonesa americana; Inés Hernández, chicana mexicana indígena y Nellie Wong, chinamericana, entre otras.
Riqueza teórico-política que la cultura gay neoliberal desconoce absolutamente y de la cual ha despojado a la comunidad lesbiana, es decir, de sus armas teóricas que le permitirían entenderse a si misma sin la deformación del intermediarismo lesbogay.

La oposición entre las homosexuales femeninas y las lesbianas feministas.Por lo antes explicado, los mas enconados adversarios de las lesbianas feminista independientes no fueron los propios homosexuales sino las homosexuales femeninas. Aquellas mujeres que partían de la cosmovisión homosexual o gay, quienes sistemáticamente atacaron -y continúan contraponiéndose- a las lesbianas autónomas. Acusándolas de “machistas al revés”, “odia-hombres”, “instauradoras del matriarcado”, “lesbianas puristas” (puras, vírgenes de hombre), en síntesis, androfóbicas, además de sectarias y divisionistas.
Ello dificultó una identificación y una alianza importante entre unas y otras, debido a que aquellas se aliaban con los hombres en contra de las mujeres. Finalmente, eran mujeres identificadas con el poder masculino en contra de la liberación de las lesbianas identificadas con el poder femenino. Por ello, es que se decía que las homosexuales eran anti-lesbianas.
Pero lo más cuestionable fue, que cuando se presentaron los primeros financiamientos otorgados por agencias extranjeras a grupos lésbicos mexicanos, varias de esas homosexuales inmediatamente se autodefinieron “lesbianas” e incluso hasta “feministas” para poder acceder a ellos de manera oportunista.

La guerra, no era contra los hombres sino contra el patriarcado.
Lo que nunca entendieron dichas homosexuales femeninas o mujeres gays, e incluso las propias heterofeminsitas, es que la guerra de las lesbianas feministas no era contra los hombres sino contra el patriarcado, no contra “personas” sino contra “un sistema social”, ya que el patriarcado estaba compuesto por hombres pero también por mujeres profundamente patriarcales, es decir: por temibles enemigas de las propias mujeres, el ejemplo del momento era Margareth Tacher, la “Mujer de Hierro”, la Primera Ministro de Inglaterra.

Las gays y la desviación del movimiento lésbico.
Desde el momento en que las homosexuales y mujeres gays eliminaron: la lucha contra el patriarcado como punto central, y se centraron en las demandas gays: contra la homofobia, por los derechos civiles, por espacios de diversión, contra el VIH-Sida, por la conquista de posiciones institucionales, etc. el Movimiento Lésbico perdió totalmente su brújula y se extravió en un discurso ajeno y patriarcal. Situación que corrió paralela a la instauración del Discurso de género que sufrió el feminismo heterosexual y a la Nueva cultura laboral y de excelencia que sufrió el movimiento obrero, y al Discurso ambientalista que sufrió el ecologismo.
Únicamente el lesbianismo feminista independiente y autónomo fue quien conservó la esencia del movimiento lésbico. Ello explica, el porqué todas las iniciativas para impulsar y fortalecer al movimiento lésbico: eventos, conferencias, encuentros nacionales e internacionales, intentos de congresos, actividades culturales, movilizaciones, redes, publicaciones, marchas, etc., siempre fueron y han sido iniciativa de las lesbianas feministas y nunca de las gays, aunque en muchas ocaciones hayan sido invitadas como convocantes o que se los adjudican.
No fueron ni han sido iniciativas de las gays porque éstas se conformaban con “ser parte” de las iniciativas masculinas (Costilla de Adán) ó, a lo más, se conformaban con obtener un pequeño espacio: “los jueves de mujeres” en Lambda, un espacio en la Marcha Gay; un área dentro de los eventos culturales de la “Semana Gay” o una sección de una revista Homopolis, Lesbópolis; precisamente porque no contaban con una identidad propia.
Contradictoria e inaceptablemente, una vez que las lesbianas feministas autónomas impulsaban y organizaban dichas iniciativas, muchas gays pretendían “montarse” o se “montaban” en ellas, lo que se podía interpretar como una penetración gay dentro del movimiento lésbico feminista (pene-traición).
Al respecto, debe quedar claro que quienes han impulsado el desarrollo del Movimiento Lésbico en general han sido las lesbianas feministas de orientación autónoma, y que quienes generalmente han utilizado, desviado y lucrado con el movimiento lésbico han sido las mujeres lesbogay (además de las lesbianas institucionales), exceptuando a las gays que respetuosamente se han mantenido fuera y sin vinculación con el movimiento de lesbianas, las cuales son respetables. A continuación se expondrán algunos elementos históricos que fundamentan los hasta ahora afirmado.

Las autonomías desde el lesbianismo feminista.
Respecto al asunto de la autonomía al inicio del movimiento de lesbianas, existían dos perspectivas: la de Ácratas y la de Oikabeth I.
Oikabeth I concebía a la autonomía como: autodeterminación, autogestión, autoorganización y autodirección de las mujeres frente al control de la dirección política de los hombres y, por supuesto, de las lesbianas frente a los homosexuales, incluyendo el análisis teórico-político, la práctica, las estrategias y los fines. Oikabeth I aplicaba el concepto de autonomía frente a las organizaciones masculinas y “mixtas” como partidos de izquierda, sindicatos, movimientos sociales, político-militares y ante las feministas-heterosexuales, las homosexuales y las gays, lo cual no le impedía establecer diversas alianzas con todas ellas y ellos. Al respecto, Oikabeth I sostenía: “Autonomía sí, separatismo no”.
Ácratas (y un poco más adelante también Oasis) sostuvo la defensa más aguerrida de la autonomía lésbica, sustentándose en el argumento de que el patriarcado era en el fondo profundamente homosexual dado que para que los hombres pudieran monopolizar milenariamente el poder económico, político, social, cultural y sexual y someter a las mujeres, requerían de una alianza (política) entre ellos, es decir, establecer un pacto (erótico) entre ellos, mediante una sublimación sexual que disimulaba su falofilia, con objeto de mantener al sector femenino bajo la esclavitud sexual y la explotación doméstica a través del matrimonio y la familia sustentados en la propiedad privada y el Estado, es decir: las instituciones sagradas del patriarcado.
Cabe mencionar, que incluso las organizaciones y los partidos de aquella izquierda que empezaba a permitirse un acercamiento a las organizaciones lésbicas y homosexuales se opusieron a la “separación de hombres y mujeres”, es decir a la autonomía de estas últimas. Solamente los partidos trotskistas defendieron y respetaron la autonomía como un principio político, o sea, el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y el Partido Obrero Socialista (POS), aunque muchos han criticado al PRT por sobreponerse en el grupo Lambda.

El separatismo en Ácratas.
En lo que atañe a la autonomía separatista, Ácratas esgrimía tres argumentos:
1) que el separatismo era lo único que podía congregar y aglutinar a un grupo social disgregado víctima de alguna discriminación u opresión social;
2) que el separatismo era lo único que podía crear la identificación y la cohesión de ese grupo social oprimido deslindándolo y separándolo de su opresor;
3) que el separatismo era lo único que permitía recuperar o crear los valores culturales del grupo oprimido en cuestión confrontándolos con los valores culturales impuestos por su opresor, y
4) que el separatismo era lo único que permitía fortalecer internamente al grupo oprimido al desligarlo de la dependencia del poder externo del opresor.
Los judíos, por ejemplo, eran un sector social esencialmente “separatista”, lo que permitió que a pesar de su disgregación haya podido conquistar la mayor parte del poder económico mundial.
Es muy importante señalar que también, a principios de los 80, se conformó otra iniciativa lésbica separatista, el primer espacio de lesbianas fuera de la ciudad de México en Tepoztlán, estado de Morelos, llamado “Lesbostlán” por la gran cantidad de lesbianas extranjeras que llegaron a instalarse en ese pueblo. Oasis, fue fundado por una holandesa Safuega (Sofaier) como un espacio de encuentro político-cultural, mismo que jugó un papel importante en la formación de las primeras militantes del movimiento lésbico (espacio que a principio de los 90 se trasladaría a Guadalajara). Oasis fue un lugar principalmente de extranjeras y además, por ser ultra separatista no se ubicó dentro de la dinámica del movimiento lésbico mexicano naciente. Sin embargo, jugó un papel fundamental en la afirmación de la autonomía lésbica, lo cual se debe reconocer como una gran aportación de su lidereza la holandesa Safuega, a quien debe rendírsele un homenaje.
Oikabeth I pensaba que el separatismo podía ser benéfico en un principio más no permanentemente ya que podría provocar el aislamiento de las organizaciones.

La lucha lesbiana, una historia propia.
Lo más destacado del inicio del Movimiento Lésbico feminista independiente y autónomo es que desde su nacimiento en 1977 planteó la necesidad de la autonomía a partir de la visión feminista y trazó los lineamientos generales que hasta ahora continúan las organizaciones lésbicas (no gays ni lesbogays).
Ácratas duró poco tiempo y no logró consolidarse debido al aplastante carácter heterosexual del inicio del movimiento feminista y a la lesbofobia de muchas de sus militantes y a que su fundadora e ideóloga se vio obligada a abandonar por razones de salud la capital del país donde se estaba gestando el movimiento. Por su parte, Lesbos apenas pudo participar en esta construcción ideológica debido a las enormes dificultades que significó formar el primer grupo lésbico en un contexto social profundamente adverso, represivo y violento.

Lineamientos generales de la autonomía
En síntesis, la autonomía se planteaba respecto a los siguientes aspectos:
1) Respecto del Estado y sus instituciones, como son las estructuras legislativas, religiosas y castrenses y los partidos políticos institucionales, es decir, la derecha.
2) Respecto a los financiamientos o apoyos económicos nacionales e internacionales, considerados como una forma de comprar a las organizaciones lesbianas y someterlas a los intereses de las agencias o instituciones que financiaban.
3) Respecto del movimiento homosexual. En efecto, el lesbianismo constituía una realidad totalmente diferente a la de los homosexuales ya que éstas, además de sufrir discriminación por su actitud política erótico-afectiva tenían que padecer la milenaria opresión histórica de la esclavitud de la mujer. Los homosexuales, en cambio, sufrían discriminación por su opción sexual pero por ser varones podían gozar de los diversos privilegios históricos que les otorgaba el patriarcado.
4) Respecto del feminismo heterosexual. Existían dos tipos de feminismos: el feminismo heterosexual y el feminismo lesbiano, ambos partían de la opresión histórica de la mujer sin embargo la lectura de esta opresión era totalmente diferente así como sus propósitos para erradicarla. Por ende, discrepaban tanto en su teoría y en su práctica como en su plataforma política y en sus objetivos. De ahí que se acuñaran los términos “heterofeminismo” y “lesbofeminismo”, que respondían a la idea de que el feminismo-heterosexual

El Movimiento Lésbico Feminista en México (de la pág. 21 a la 40)

continuaba reproduciendo al patriarcado en la medida en que no rompía con las instituciones patriarcales por excelencia, es decir: la familia, el matrimonio, la maternidad, el trabajo doméstico, la monogamia, la femineidad y el coito obligatorios, sino que simplemente atenuaba sus efectos nocivos.
5) En relación con la izquierda. En términos generales, las tres agrupaciones que iniciaron el movimiento lésbico se manifestaban contra la derecha y contra el Estado y se ubicaban dentro de la izquierda como era la tendencia en aquella época, sin embargo, Ácractas, (Oasis e implícitamente Lésbos), criticó con dureza a la izquierda tradicional por su carácter profundamente patriarcal, es decir, por continuar con la subordinación de las mujeres a la supremacía política masculina. Oikabeth I, en particular también criticaba a la izquierda, pero estalinista soviética, por lo mismo, distinguía entre una izquierda patriarcal y una
Cabe añadir que en ese tiempo la lucha por la autonomía también obedecía al aplastante control que ejercían a través del corporativismo los gobiernos burgueses sobre las grandes centrales obreras, campesinas y populares, así como los partidos comunistas-estalinistas lo hacían sobre los movimientos sociales proletarios y populares a nivel mundial. Se trataba, en efecto, de gigantescas maquinarias monolíticas, piramidales y verticales profundamente patriarcales.

El apoyo de las lesbianas al movimiento feminista heterosexual.
Es importante señalar, que el Movimiento Lésbico Feminista siempre apoyó la lucha de las feministas-heterosexuales en los ejes siguientes: 1) a favor del aborto; 2) contra la violencia intradoméstica, y 3) contra la violación sexual, pero nunca logró que las feministas heterosexuales sumaran a éstos, un cuarto eje: la lucha contra la represión que sufrían las lesbianas.
De igual manera, Oikabeth I estuvo profundamente comprometido con las luchas obreras, campesinas, populares y revolucionarias, pero nunca logró que estos movimientos incorporaran las demandas de las mujeres lesbianas a sus plataformas políticas. Sin embargo, es innegable que abrió el camino político al lesbianismo dentro y ante la izquierda mexicana.
Igualmente, el movimiento lésbico feminista presionó para que algunas organizaciones homosexuales empezaron a tomar en cuenta al lesbianismo, pero aun así, no fue posible que retomaran las demandas esenciales de la lucha lésbico-feminista, como lo era: la abolición de la opresión histórica de la mujer de la cual dependía la opresión lésbica (postulado que jamás entendieron las y los gays), es decir: por un salario para las amas de casa por su trabajo en el hogar; el fin de la esclavitud del trabajo domestico; el fin de la familia como la base fundamental de la sociedad; la eliminación del coito obligatorio dentro de la sexualidad; la eliminación de la femineidad impuesta a las mujeres; contra la división del trabajo en intradoméstico y extradomestico; etcétera.

Las luchas sociales por la autonomía.
Como dato significativo, durante las décadas de los “60s y 70s” muchos movimientos sociales pugnaron por la autonomía, por ejemplo, los movimientos chicano e indo-americano ante las organizaciones angloamericanas; el movimiento campesino frente a las grandes corporaciones obreras; el movimiento de los países pequeños o debilitados ante las grandes potencias industriales; los grupos indígenas ante los mestizos; las medicinas alternativas y prehispánica frente a los consorcios de médicos, entre otros, y finalmente también, la autonomía personal como sinónimo de pensar y actuar una misma (o).
En México, el advenimiento de los “80s”, la “Era reaganiana-tacheriana”, neutralizó este avance, mediante la represión contra estos movimientos y la brutal aniquilación de muchos de ellos, paralelo a la institucionalización de las organizaciones menos radicales u oportunistas y de aquellas que carecían de principios ético-políticos y de una mística revolucionaria. Salvo algunas excepciones.

Oikabeth I, una amplia y profunda concepción de la autonomía.
Por lo anterior, Oikabeth I (el Oikabeth original, no las otras dos versiones del mismo) concebía a la autonomía como un principio político fundamental para todos los sectores sociales oprimidos y como una condición ineludible para dar lugar a un movimiento social mundial realmente representativo de todos y cada uno de los sectores que componen a la sociedad. Es por esta razón que dicha organización nunca luchó únicamente por “su” autonomía ni por “la de las lesbianas”, sino por la autonomía de todas y cada una de las organizaciones sociales obreras, campesinas, populares, estudiantiles, étnicas, raciales, nacionales, culturales, etcétera, incluidas las medicinas alternativas, la antipsiquiatría, la universidad para el pueblo, la teología de la liberación y las espiritualidades disidentes.
Por la misma razón, Oikabeth I siempre apoyó las autonomías Palestina, Vasca, Irlandesa y Sudafricana, entre otras, y el lema que encabezaba su ideología era: “Nadie será libre hasta que todas y todos seamos libres”, es decir, que la libertad de cada ser humano dependía de la liberación de todas y de todos los seres humanos, por ello, para lograr la libertad personal había que luchar por la liberación de todas y de todos.
Ese profundo planteamiento sobre la libertad, contrasta con el planteamiento neo-liberal (nueva-libertad) del planteamiento capitalista que asevera: “La libertad consiste en que cada quien pueda comprar absolutamente todo lo que desee” (siempre y cuando tenga dinero), o sea, solo los ricos pueden tener libertad. Y así mismo, contrasta con la noción gay de libertad, que consiste en: “Que cada quien pueda coger (fucking) con quien quiera”.

La autonomía como fin o como medio.
Finalmente, para el grupo Ácratas (y Oasis) la autonomía era un “fin en sí misma”, a diferencia del grupo Oikabeth I para quien la autonomía era sólo un “medio para”. Ácratas sostenía que la “autonomía” significaba el logro de la independencia y la libertad, en tanto que para el segundo, era únicamente un vehículo para llegar a esa independencia y libertad pero dependiendo de la posición política de la cual se sustentara y a la cual se pretendiera llegar.
Por lo mismo, Oikabeth I cuestionaba: ¿la autonomía para qué?, ¿la autonomía hacia dónde?, ¿la autonomía respecto de qué o de quién?, pues era indudable que muchos consorcios empresariales eran autónomos y contaban con un poder de decisión supranacional; que los gobiernos tomaban decisiones independientemente del pueblo, es decir, autónomamente; era indudable que los grupos paramilitares y parapolicíacos eran autónomos respecto del control formal del ejército y de la policía; de manera similar, que las trasnacionales eran incuestionablemente autónomas porque operaban independientemente de las constituciones y leyes nacionales; que el imperialismo vaticano era incuestionablemente autónomo porque estaba por encima de todos los gobiernos de los países católicos; es decir, existía una autonomía institucional o derechista. En síntesis, la autonomía podía ser utilizada positiva o negativamente, podía servir para liberar o para oprimir. Por ello, había que definir, la autonomía pero ¿desde qué perspectiva política?
Para Oikabeth I la autonomía no era una definición política en sí, sino un principio político sobre cuya base debían erigirse todos los movimientos sociales. Su importancia radicaba en que constituía el fundamento desde el cual había que definir la posición, el proyecto, el programa, la plataforma política y los objetivos de cada organización. Trascendiendo de esa manera, la apología de la autonomía por la autonomía misma, pues resultaba muy cómodo aferrarse a ella sin definir postura política alguna. Por esta razón, Oikabeth I siempre se definió como organización autónoma de lesbianas, pero socialista y feminista.

La gran crisis del movimiento homosexual y el gran avance lésbico.
Después del 1982, pero sobre todo del 84, el movimiento homosexual y lesbohomosexual entraban en una profunda crisis por conflictos políticos internos y por el inicio de la lucha contra el Sida. Por el contrario, el Movimiento Lésbico totalmente independiente del movimiento gay continuaba creciendo y desarrollándose.
En el 82 surgieron los siguientes grupos: Corriente de Lesbianas Socialistas, Comunidad Creativa; Oikabeth II y Lesbianas Morelenses (LM) del Estado de Morelos (el primer grupo lésbico mexicano que surgió en un estado de la Republica Mexicana). En el 84 surgieron: Seminario Marxista-Leninista Feminista de Lesbianas (SMLFL) y Mujeres Urgidas de un Lesbianismo Auténtico (MULA). Y en el 86 Grupo Lésbico Patlatonalli de Guadalajara (segundo grupo de lesbianas de los estados de la Republica) y el Grupo de Madres Lesbianas I (Grumale I), entre otros. Oasis continuó trabajando pero aislado.
Las aportaciones históricas de cada una de estas organizaciones es extremadamente rica. Contribuciones que serán ampliadas en la Historia del Movimiento de Lesbianas Feministas en México de una servidora.

LA COORDINADORA NACIONAL DE LESBIANAS, 1987.
La primera coalición de grupos de lesbianas mexicanas se fundó en 1987, la COORDINADORA NACIONAL DE LESBIANAS, que aglutinó a doce organizaciones a nivel nacional: tres de la ciudad de México Seminario Marxista Leninista Feminista de Lesbianas, Grupo de Madres Lesbianas y Colectivo Gestación y dos organizaciones feministas: CIDHAL y Cuarto Creciente; y 6 organizaciones de los estados de la República: Lesbianas Morelenses, Grupo Lésbico Patlatonalli de Guadalajara, Grupo Lésbico de San Luís Potosí, Grupo Lésbico de Tijuana, Grupo Lésbico de Querétaro La Carambada y dos grupos mixtos: Grupo Lésbico-homosexual de Veracruz y Frente Feminista Revolucionario Socialista de Guadalajara. Posteriormente ingresaría El Circulo Revolución Permanente Zyanya de Lesbianas Feministas. Es importante señalar que en la Coordinadora no participó el grupo MULA el cual desparecería poco después. Posteriormente se anexaron: Serhume (Ser Humano) (tendencia a no asumir el lesbianismo) y Grupo Lilas del cual saldría la segunda diputada lésbico-gay en México.Tampoco participó Oikabeth III quien se mantuvo trabajando con las feministas heterosexuales y nunca se alió con el movimiento lésbico, permaneciendo en la línea heterofeminista. Más adelante, la líder de este grupo formaría el Closet de Sor Juana en 1992 conformando la nueva línea política lesbogay y en 1997 sería la primer diputada lésbico-gay en México, misma que jamás se vincularía al movimiento de lesbianas mexicano ya que éste se encontraba dirigido por las lesbianas feministas autónomas. El Closet siempre permanecería como organizacion LGBT (Lesbianas, Gays, Travestis y Bisexuales). Sin embargo, varios de sus financiamientos los pediría a nombre de las lesbianas y según conviniera la ocasión hablaría como lesbiana o hablaría como gay por lo cual sería sumamente criticada.

El proceso de desviación de los principios originales.
La Coordinadora no incluyó en su denominación el término “feminista” en aras de la pluralidad y con el propósito de no excluir a los grupos homosexuales mixtos o mujeres gays no-feministas. Sin embargo, el problema no fue la omisión de “una palabra” sino el que gradualmente fue dejando de lado el contenido, la cosmovisión y la praxis feminista, y en específico, lesbofeminista.
Tampoco utilizó el término “autónomo” a fin de incluir a la nueva modalidad de los Grupos Lésbicos Financiados, es decir, que empezaban a depender del financiamiento internacional o del gobierno. El primero de los cuales sería el grupo Patlatonalli de Guadalajara, quien inauguraría la modalidad que ir orientándose algunos años más adelante hacia el Lesbianismo Institucional.
También los omitió porque empezaba a orientarse hacia la tendencia neoliberal de eliminar las definiciones políticas llamadas despectivamente “membretes”, hacia la “indefinición política”, con objeto de poder oscilar de un lado a otro sin el estorbo de las definiciones políticas mismas que implicaban sujetarse a ciertos principios ético-políticos. Así como también a sustituir a la “organización” por la “independencia personal”, la nueva modalidad de: las “Lesbianas Independientes”, por considerar a la organización colectiva como coartante de la libertad personal. Tendencia que más adelante se identificaría con la filosofía del Libre mercado.
No obstante, en la declaración de sus dos primeros objetivos, las lesbianas que venían del feminismo autónomo lograron dejar por sentado el lesbianismo feminista.

El avance cuantitativo y el retroceso cualitativo.
La incorporación, por un lado, de las homosexuales femeninas, y por otro, de mujeres gays sin ninguna formación feminista, dentro del movimiento lésbico feminista –autónomo- propició que éste movimiento sufriera un proceso de desviación de su orientación inicial, es decir, de una postura política feminista hacia una orientación gay. El movimiento ganó en cantidad pero perdió en calidad.
Gradualmente, al paso del tiempo, el punto de referencia del lesbianismo dejaría de ser la mujer y se orientaría hacia el hombre, hacia una visión masculina expresada en la ideología y la Cultura Gay, paralela a la transferencia de una visión política hacia una visión comercial e institucional, lo que poco mas adelante sería la ideología del libre mercado. Desviación, que para los años 90s, conformaría las bases de lo que ya se mencionó como el Lesbianismo Neoliberal, es decir:
Lesbianas sin ninguna definición ni formación política y antipolíticas;
Carencia de un fundamento teórico y político científico crítico;
Agrupaciones de diversión y esparcimiento para conseguir sexo con mujeres;
Reducción de la comunidad lésbica a clientela cautiva para lucrar con ella;
Cultura de la frivolidad, superficialidad, trivialidad y banalidad;
Sometimiento de dicha comunidad al alcohol, las drogas y la promiscuidad sexual;
Sustitución del “movimiento” por la “comunidad”;
Dedicación a buscar y obtener financiamientos para “beneficio de la comunidad lesbiana”.
A este proceso se le llamaría más tarde, la gayficación (geificación) del movimiento lésbico.

La diferencia entre las “homosexuales” y las “lesbianas”.
Es importante hacer una diferencia entre “las lesbianas” y “las homosexuales”. Las lesbianas eran mujeres que se aceptan como mujeres y aman a otras mujeres; las homosexuales eran mujeres que no se aceptan como mujeres o que deseaban ser hombres y por lo mismo rechazaban la denominación “lesbiana”. No les interesaba organizarse ni contaban con ninguna conciencia feminista. Entre estas existían las siguientes definiciones:
- Las homosexuales, mujeres que mantenían relaciones sexuales y erótico-afectivas con otras mujeres; las homosexuales masculinas, quienes adoptaban el rol masculino; las “homosexuales” femeninas, se negaban a llamarse homosexuales y adoptaban el rol femenino con todo el comportamiento estereotipado.
La inmensa mayoría de la comunidad de lesbianas se encontraba inmersa en estos papeles. Solo una pequeña parte se encontraba organizada en grupos y trabajando bajo una perspectiva feminista. Por esa razón, cuando éstas últimas organizaban eventos y asistían aquellas homosexuales, se complicaban las actividades porque de entrada rechazaban la palabra lesbiana, al feminismo, al trabajo político, a la organización y buscaban exclusivamente divertirse.
Sin embargo, el gran valor de estas mujeres fue y es su capacidad y valentía para romper ellas solas sin organización ni conciencia ni orientación con los papeles históricos que el patriarcado ha impuesto a las mujeres.

Las homosexuales patriarcales.
También existían comportamientos opresivos y reproductores de las relaciones de opresión patriarcoheterosexuales como: - Las homosexuales machistas y misóginas, mujeres que mantenían relaciones sexuales con mujeres adoptando la conducta machista de opresión y maltrato a la mujer y - Las homosexuales hembristas y misóginas, mujeres que mantenían relaciones sexuales con mujeres adoptando la conducta feminoide contra la mujer, contraparte opresiva del machismo. Sorprendentemente, la mayoría de las veces eran ellas quienes ejercían la relación de dominación y opresión contra sus compañeras masculinas ya que contaban con el poder social de “ser mujeres” o “parecer” mujeres. Algunas de ellas utilizaban su femineidad para abusar de las homosexuales masculinas así como también para moverse en el mundo heterosexual sin problemas.
A estas conductas sexogenéricas en ocasiones se les definían como “lesbianismo patriarcal” pero dado que carecía completamente de una conciencia lesbiana lo más correcto fue denominarlas, homosexualidad femenina patriarcal.
Ello, desde el momento de que partían de una no-conciencia o in-conciencia que las reducía a “sexo entre mujeres”, a un asunto meramente genital, y a que no pretendían organizarse ni abolir al sistema de dominación patriarcal, sino por el contrario, adaptarse a éste reproduciendo sus patrones de conducta en sus relaciones personales y su vida cotidiana.
Finalmente, también existían - Las homosexuales transexuales, mujeres que rechazaban su sexo femenino e intentaban o se cambiaban de sexo a través de procesos hormonales y/o cirugías quienes prácticamente pasaban a ser hombres, vivían en el ambiente y los medios homosexuales y nunca se interesaron en el feminismo porque era un asunto de mujeres que les era absolutamente ajeno a su realidad.

Las bisexuales y las lesbianas.
La penetración de las bisexuales en los grupos lésbicos siempre fue conflictiva debido a que involucraban a las lesbianas en asuntos y discusiones que nada tenían que ver con los intereses ni la realidad de éstas.
Las bisexuales llegaban cuestionando y acusando a las lesbianas de sectarias porque: “rechazaban sexualmente a la mitad de la humanidad, es decir, a los hombres”. Presionando sistemáticamente para que las lesbianas tuvieran relaciones genitales con hombres, argumentando mañosamente: que nadie se podía decir lesbiana si nunca había experimentado relaciones sexuales con hombres por lo tanto, para poder definirse como lesbianas había que tener relaciones con ellos y haber experimentado la penetración.
Los grupos lésbicos tenían como objetivo afirmar la identidad de las mujeres lesbianas y las bisexuales hacían exactamente lo contrario ponían en crisis la autoafirmación de las lesbianas.
Lo anterior llegó a confundir y desquiciar a muchas lesbianas. Incluso, muchas bisexuales abusaron de las necesidades afectivas y eróticas de éstas para llevárselas a la cama con un hombre. Por ello, en Oikabeth I durante mucho tiempo se tuvo la consigna de “no meterse con las bisexuales” por considerarlas políticamente oportunistas, dado que cuando les convenía usaban a un hombre y cuando les convenía usaban a una mujer, oscilaban de un lado a otro según les conviniera, no había un compromiso político con la lucha lesbiana.

El ingreso de las homosexuales al movimiento lésbico.
Muchas homosexuales o mujeres gays ingresaron a los grupos lésbicos por soledad o aislamiento, por huir de la dinámica de los bares y las discos (alcohol y drogas) o para buscar novia. En ocasiones, algunas llegaban a atreverse a intervenir en las discusiones teórico políticas causando un verdadero shock y cortocircuito en los debates por su falta de formación feminista y política.
Sin embargo, eran las bases sociales con las que había que trabajar. Pero trabajar con esta comunidad requería de un esfuerzo extremadamente grande con cada una de ellas para concientizarlas, lo cual implicó un desgaste tremendo para las militantes lésbicas. El problema radicaba que se requería de un ejército de militantes para atenderlas y los grupos autónomos no contaban con tiempo ni recursos para ello ya que cada militante debía buscar a diario como sobrevivir económicamente.

EL PRIMER ENCUENTRO DE LESBIANAS FEMINISTAS LATINOAMERICANAS Y DEL CARIBE.
A partir del Primer Encuentro de Lesbianas Feministas Latinoamericanas y del Caribe que se realizó en México en 1987, la autonomía se tornó en un principio fundamental, por tanto, las homosexuales-femeninas como también las feministas-lesbianas, empezaron a adquirir su autonomía respecto de las organizaciones mixtas de las que provenían y empezaron a proliferar grupos exclusivamente lésbicos en Latinoamérica.
Es muy importante destacar nuevamente, que desgraciadamente varias de ésas mujeres lo hicieron únicamente para acceder a los financiamientos internacionales dirigidos o etiquetados exclusivamente para grupos lésbicos, que da cuenta de un claro oportunismo político.El problema radicó, en que muchos de estos nuevos grupos jamás desarrollaron una perspectiva feminista sino “gay”, mujeres-gays, gays femeninas o el último grito de la moda: lesbogays, sometidas finalmente a la perspectiva masculina. Cabe aclarar que las que se llegaban a autodenominar feministas, se referían al feminismo heterosexual y no al lesbofeminismo que desconocían.

La indefinición política como definición política.
Una de las características de las mujeres gays fue la No-Definición, no definición política. Ello se debió a la moda gay de no definir postura política alguna. Esto significaba, que “su posición política era no definirse políticamente” (porque no les convenía). Por lo mismo, era complicado ubicar y situar políticamente a las agrupaciones de mujeres gays, pero por sus acciones y por sus proyectos podían determinarse políticamente con mucha precisión (por sus actos los conoceréis).
La mayoría de estos nuevos grupos se encaminaron:
- a despolitizar a la comunidad lesbiana, trasladando el lesbianismo del terreno de lo político al terreno de lo sexual;
- a despojar a las lesbianas de sus armas teóricas, evitando el acceso a las teorías y a las lideres políticas lesbofeministas así como a las heterofeministas radicales y revolucionarias;
- a reducir al lesbianismo de un asunto político a un asunto sexual, genital, bajo las ideas de la “opción” o de la “preferencia” sexual;
- a elaborar proyectos e iniciativas únicamente para facilitar el “sexo entre mujeres” (por los cuales gradualmente y discretamente fueron cobrando);
- a evitar la participación activa de las lesbianas en los asuntos de interés nacional e internacional;
- a actividades de divertimento y dispersión vinculadas al alcohol y las drogas;
- a impulsar eventos de “alta cultura lésbica” dirigidos a la exquisita clase alta lésbica;
- a lucrar con la comunidad lesbiana a través de bares, discos, cafeterías, librerías, viajes, deportes, etc;
- y cuando mucho, a luchar únicamente por derechos civiles, como el derecho al matrimonio y a la seguridad social, por supuesto sin cuestionar ni tocar al sistema político ni económico patriarcal; entre otros puntos.

Las gays con Perspectiva de género ó el “feminismo” derechizado.
Por otro lado, aquellos grupos de mujeres gays que si desarrollaron una perspectiva de género se perdieron en el Género.
Y aquellas que retomaron al feminismo, se orientaron hacia un feminismo Light, derechista o derechizado, “sin meterse en política”, políticamente correcto y muy civilizado, es decir, occidentalizado. Confluyendo totalmente con el sistema de dominación social neoliberal y alineándose, por ende, con la tendencia del movimiento gay o lésbogay internacional de orientación neoliberal. Por supuesto, siempre con vistas a acceder a los financiamientos y/o a los puestos políticos nacionales e internacionales.

El lesbianismo, de “rebelión política” a “sexo entre mujeres”.
El lesbianismo empezó a transitar, entonces, de postura política a una simple opción o preferencia sexual –gusto por el sexo entre mujeres-. Ideología, que la más prestigiada teórica de Lambda se encargó de difundir, así como también lo hizo y lo está haciendo la asesora (o cerebro político) de la primera diputada gay en México y principal contacto con la ILGA en México, a través del Closet de Sor Juana.
De movimiento de rebeldía, pasó a movimiento de mercadotecnia: no solo económica (el mercado lésbico), sino también política (el mercado lésbico-electoral).
Con dicho proceso de geificación, el movimiento lésbico se transformó de punta de lanza contra el sistema patriarcal, a una de las vanguardias de la industria sexual (en la lógica del neoliberalismo, todo lo que se venda es bueno).
La famosa frase (que parece acuñó T. Grace Atkinson): “El feminismo es la teoría y el lesbianismo la practica”, que permitía una gran claridad para las mujeres lesbianas (y un gran dolor de cabeza para las feministas heterosexuales) pasó a: el lesbianismo, o mejor dicho, el ser gay es “nice” ¿guey?, en el lenguaje Generación X X.

La resistencia lésbica.
Pocas organizaciones lésbicas lograron sobrevivir al ataque económico neoliberal, en los 90, contra los pueblos y contra la clase trabajadora, y continuaron desarrollando y profundizando el lesbianismo feminista ya fuera éste radical, anarquista, ácrata, libertario, separatista, socialista, comunista o revolucionario, en contracorriente al proceso de geificación e institucionalización del movimiento lésbico.
La característica de estas organizaciones fue: su negación a entrar en la dinámica de los financiamientos o de ingresar en las estructuras institucionales o de gobierno, lo cual las colocó en una situación de supervivencia así como también negarse a la geificacion del lesbianismo.
Esta actitud fue una postura ética sustentada en los principios político-morales de no ceder ante los financiamientos ni a incorporarse en las instituciones de dominación patriarcal. Ética-política basada en la profunda mística lesbofeminista desarrollada en los años 60 y 70, totalmente desechada y descalificada por el ascenso de los movimientos gay y lésbico neoliberales, mismos que no desarrollaron una base de principios éticos y político-morales, exactamente, como los carece el Modelo Económico Neoliberal sustentado en la más feroz cultura de competencia y rivalidad, basada en el más profundo individualismo y la aniquilación de la solidaridad social.

El avance de las fuerzas gays femeninas y lesbogays.
Entonces, fueron las mujeres gays de la clase media con solvencia económica blancas o mestizas blanqueadas y sin una formación feminista ni política quienes empezaron a nutrirse del sector de mujeres homosexuales o gays.
Asociaciones civiles u ONGs que nunca se avocaron al proceso de crear una conciencia feminista en dicho sector, por el contrario, se avocaron a organizar actividades de apoyo psicoterapéutico y psicoemocional ó de esparcimiento, diversión y entretenimiento: deportes, días de campo, veladas literarias, fiestas, programas de radio, chat o redes en Internet, etc.
Iniciativas inmediatistas que si bien eran benéficas temporalmente de ninguna manera se avocaban a ir al fondo y a la causa del problema sino a mediatizarlo. La raíz del problema era el sistema económico y político patriarcal neoliberal al que había que combatir y eliminar pero dichas iniciativas lo que hacían era adaptarse a este.
En síntesis, lo que desarrollaban era cultura gay y no una formación política lésbico feminista.
Al paso del tiempo, muchas de estas Asociaciones civiles u ONGs empezaron a cobrar por esas actividades y después a lucrar con ellas, además de los financiamientos que la mayoría recibían. Esto permitió el rápido proceso de geificación de la comunidad de lesbianas e incluso también del movimiento lésbico excepto la parte autonomista por su puesto.

La hegemonía de la derecha gay femenina, lesbogay y lésbico-insitucional.
Dicha situación permitió un avance demoledor de las organizaciones de mujeres gays, lesbogays y de las lesbianas de la derecha (institucionales), muchas de las cuales sin ningún escrúpulo, principios éticos, coherencia política y sin la más mínima vergüenza, se apoderaron de los foros políticos nacionales e internacionales. Por supuesto, sustentadas en un fuerte poder económico basado en los financiamientos que recibían y en los apoyos institucionales que las sustentaban, brindados precisamente por su falta de compromiso con la comunidad y por supuesto con el movimiento de lesbianas.
Lo mismo sucedió con el movimiento feminista heterosexual y con el movimiento gay, así como también con el movimiento ecologista y con el indígena.
Un ejemplo que ilustra perfectamente bien este hecho, es el del movimiento obrero oficial, burgués o de derecha. Este movimiento, surgió desde el movimiento obrero, se encuentra constituido por obreros y esta dentro del movimiento obrero; sin embargo, constituye un movimiento anti-obrero porque no responde a los intereses y necesidades del sector obrero sino a los intereses de los patrones es decir, de los explotadores de obreros. En síntesis, es un movimiento “obrero” enemigo de los obreros, es como tener al enemigo en casa ó en su defecto, dormir con el enemigo. En este ejemplo, hay que sustituir la palabra “obrero” por “lésbico”.

La heroica resistencia del movimiento lésbico independiente.
Pocas organizaciones de lesbianas feministas autónomas han resistido la pobreza o austeridad impuesta por el neoliberalismo y continúan realizando un heroico trabajo desde la independencia de los apoyos económicos e institucionales y la independencia de la geificación (para la que si hay financiamientos).
Organizaciones que fueron, y son, las que conformaron la disidencia o lo que puede llamarse “la resistencia” del lesbianismo feminista ante el embate de la ideología políticosexual de la globalización gay y del feminismo neoliberales y que conforman lo que sería la izquierda del movimiento lésbico, independientemente de que muchas critiquen a la izquierda por su carácter patriarcal.

La institucionalización del feminismo
Una vez que la Globalización –imperialista- logró aplastar y exterminar a todo el naciente y pujante movimiento social de las décadas de los 60-70 y logró expandirse en los 80, consolidándose en los 90 (por cierto, coronándose con la caída del comunismo soviético que jamás fue socialista sino Capitalismo de Estado -patriarcal- bajo el Estalinismo), una de sus victorias lo constituyó “su apropiación del feminismo” y su mutación degenerativa hacia un híbrido: la perspectiva de género.
Si bien, el discurso de género constituyó un avance en cuanto a la distinción entre: sexo: biológico y género: cultural; también, la perspectiva de género se utilizó como un arma ideológico-política para doblegar y neutralizar al feminismo. Pero lo más grave es que fueron muchas de las militantes feministas las que aceptaron el canje… quizá, porque si había financiamiento para el asunto de género más no para el asunto del feminismo.Así como al feminismo se le neutralizó y se le confundió con la Perspectiva de género; al lesbianismo se le neutralizó y se le confundió con la Diversidad sexual, en particular, la geificación. Y al ecologismo se le neutralizó y se le confundió con el Ambientalismo, y a la revolución social con el Posmodernismo.
Sobre la institucionalización del feminismo, Francesca Gargallo, dice:
“Por ello, hemos llegado a expresar desde principios de los 1990 que la institucionalización del movimiento (lo que algunas llaman “postfeminismo”) no solo es fruto de un oportunismo económico (con lo cual coincidimos con las feministas autónomas), sino que engendra el peligro real de la profesionalización de algunas feministas, hecho que las convierte en profesionales del género y de la mediatización de las demandas femeninas. Estas mujeres dejaron de ser feministas para convertirse en “expertas en asuntos públicos de las mujeres”, especialistas en dialogo con las organizaciones políticas de cuño masculino nacionales e internacionales. Fue un asunto de primera necesidad para ellas que perdieran su radicalidad y que, además, desacreditaran el activismo y las bases sociales del feminismo como sujetos de la construcción de las demandas económicas, políticas y cultures de las mujeres”
[1].


La patriarcalización del feminismo.
La patriarcalización del feminismo ha consistido en la incorporación del Movimiento Feminista y de su propuesta filosófico-política a las estructuras de dominación, control y explotación patriarcal; dentro de las cuales, las feministas cooptadas obtienen beneficios y privilegios a condición de no cuestionar y de no enfrentar a dicho sistema y, lo que es peor, de apuntalarlo en contra de la propia lucha de las mujeres y perpetuarlo contra la oposición de éstas, desarmándolas a través de la institucionalización de su lucha y de sus demandas.
Frente a dicha patriarcalización o institucionalización del feminismo puede decirse, que al institucionalizarse, éste ha dejado de ser feminismo, por lo cual, es inexacto hablar de un “feminismo institucional” dado que constituye una contradicción. Lo correcto sería decir: exfeminismo institucional o exfeminismo patriarcal o simplemente “traición al feminismo”, ya que éste por su naturaleza misma nunca podría adaptarse o incorporarse a las estructuras patriarcales.
Sin embargo, cuando se habla de “feminismo institucional o feminismo patriarcal” se esta refiriendo a las fuerzas feministas derechizadas o derechistas que se han incorporado al sistema de dominación pero que peligrosamente continúan manejando el discurso feminista.
Las tendencias derechistas del feminismo han podido adaptarse perfectamente al sistema de dominación patriarcal y este sistema ha podido subsumirlas perfectamente bien para reestructurarse y desarticular la oposición y la lucha feminista. Sin embargo el sistema no ha podido ni podrá asimilar al feminismo porque la esencia de éste es inasimilable a dicho sistema, pero hay que recobrarlo, arrebatárselo a la derecha feminista.

Las yuppies.
Actualmente, es urgente confrontar y combatir a ese exfeminismo así como también a las “feministas advenedizas”, nueva clase de jovencitas yuppies que se han convertido en representantes de las mujeres mexicanas ante los gobiernos y los organismos internacionales, expertas en financiamientos y en los protocolos de las conferencias mundiales, jóvenes que ignoran lo que fue la lucha de miles de mujeres que han quedado en el anonimato y quienes les permitieron a las nuevas generaciones acceder a las esferas del poder. Muchas de estas participan en la dinámica de las conferencias de BEIJING +…, en la CEDAW y UNIFEM, muchas de las cuales son lesbianas, de supercloset por supuesto o publicas pero sin una conciencia lésbica feminista.
Equivocadamente se pensaba que este era un problema generacional pero es un problema de concepción y compromiso político ya que habría que comparar a estas jóvenes por ejemplo con las jóvenes lesbianas anarcofeministas o feministas radicales que junto con el movimiento globalifóbico y altermundita han luchado contra la tiranía de los organismos intencionales.
Ante aquellas desviaciones, es urgente recuperar las extraordinarias aportaciones teórico-practicas, praxis, que las lesbianas feministas empezaron a desarrollar durante las décadas de los 60-70 y una parte tardía en los 80. Desde las lesbianas radicales socialistas y separatistas hasta la recuperación de las raíces y los orígenes prehistóricos en las lecturas como “El cáliz y la espada” de Riane Eisler ó “Dios nació mujer” de Pepe González entre otras, como un vislumbre de la sociedad futura próxima acuariana comunista feminista.

La praxis feminista.
Las académicas, las generistas, las funcionarias y expertas en financiamientos y las ideólogas neoliberales no han entendido que el feminismo no es una “teoría” sino también una “practica”, es decir, la praxis: teoría y practica indisolubles. Que el feminismo no se “entiende” se “vive”, no se “toma” se “construye”, se constata en la vida cotidiana personal y social, intima y publica, espiritual y política. El feminismo, constituye una confrontación permanente contra todas las estructuras de control patriarcal y a la vez una construcción permanente de las nuevas estructuras de la sociedad futura, es decir, deconstrucción y construcción.
Ello, significa que el feminismo no puede desligarse de la realidad concreta y la realidad concreta es la realidad de los millones de seres humanos, incluidas las mujeres que, bajo esta sociedad dividida en clases sociales, en razas, en países y sexos, se encuentra hundida en una profunda depresión bajo las nuevas formas de la esclavitud neoliberal.

La sangre de unas para saciar la sed de otras.
El costo que ha implicado el hecho de que algunas mujeres hayan podido acceder al poder ha sido altamente doloroso para el género femenino. El pago para que algunas pudieran lograr su desarrollo ha implicado la intensificación de la esclavitud de muchas otras. La condición para que unas cuantas pudieran crecer profesional y políticamente ha implicado que la mayoría quedáramos despojadas de nuestros derechos laborales y civiles mínimos. Ese ha sido el costo que el patriarcado le ha cobrado a las mujeres.
Algunos de esos costos han sido por ejemplo: la eliminación de todo tipo de controles contra la trata de blancas; el alarmante crecimiento de la prostitución infantil con niñas; el exorbitante aumento de la violencia domestica contra la mujer; la perdida de los derechos laborales del sector femenino; el ascenso desmedido del trabajo sexual (prostitución) por falta de empleos; la brutal cosificación de la mujer y su reducción a klinex; la invasión y bombardeo pornográfico; y por supuesto, el crecimiento alarmante del femicido en los países pobres, en las zonas pobres, con las mujeres pobres.

La entelequia exfeminista o la entelequia generista.
No por casualidad fueron las intelectuales y las académicas, las cultas (La Razón y La Ciencia, armas de control y dominación del poder masculino), la llamada entelequia feminista ó postfeminista (siempre separada del pueblo, de los de abajo, es decir, de las mujeres reales y concretas) y las profesionistas de clase media, quienes ingresaron a las esferas del poder.
Del poder mediático, gubernamental, la intelectualidad, la academia, el legislativo, los organismos internacionales, etc. Poder acompañado siempre de poder económico, en especie: puestos, viajes, representaciones, cargos, publicaciones, acceso a los medios, salvo honrosas excepciones, ó en dinero (recordemos que el dinero tiene un significado subliminal libidinal: el poder fálico).
De hecho, en ese proceso de patriarcalización de las feministas de la clase media y alta y blancas o mestizas blanqueadas, el problema no fue que la mayoría se vendieran, sino que vendieran la perspectiva feminista y por consecuencia al movimiento.

El postfeminismo o teoría generista-neoliberal.
Dichas exfeministas o nuevas generistas construyeron su edificio conceptual partiendo de la opresión de género mas no de la opresión de clase, opresiones que se encuentran indisolublemente vinculadas y cada una de las cuales no se puede explicar sin la otra.
Construyendo, entonces, una teorización falsa (ideológica) sobre los fundamentos y las causas de la opresión de la mujer, o sea, ahistórica (idealista y no materialista dialéctica), es decir, fuera de las grandes condicionantes del desarrollo histórico: la economía como motor de la historia; de la interacción de las relaciones de producción y de las fuerzas productivas (la economía-política); del proceso de producción de plusvalía (plusvalía sexual); de la determinación económica en la superestructura política, jurídica, cultural (y sexual); de la lucha de clases (y sexual); de las instituciones de control patriarcoheterocentristas (heterosexismo); de la base económica de la división del trabajo como fundamento de la división de géneros; y de la inminente necesidad de una profunda transformación económica, política, social y sexual y personal también (una re-evolución), entre otros muchos aspectos.
Ideología, no solo por su posición de clase media o alta, sino sobre todo, porque muchas de las generistas fueron y son beneficiarias del poder patriarcal y clasista, lo cual nunca les permitió ni les ha permitido visualizar que la opresión de la mujer estaba directamente vinculada con la explotación de la clase trabajadora internacional y de los pueblos del llamado tercer mundo y que ellas formaban parte de esa explotación. Incluidas también nosotras, las que vivimos en las ciudades y hemos tenido acceso al estudio.
Pero aún más, dicha deformación conceptual sustentada en la perspectiva de género, tendría como objetivo político impedir y bloquear la producción de una claridad teórica para fortalecer al movimiento feminista mexicano desde los 80-90 y evitar su avance en el nuevo milenio, salvaguardando los intereses económicos del avance de la globalización –imperialista-, es decir, traicionando a las mujeres.

La academia, ese lejano mundo de la realidad concreta.
Las estudiosas del género, del Programa Universitario de Estudios de Género, PUEG de la UNAM y del Programa Interdisciplinario de Estudios de la Mujer del Colegio de México, PIEM, así como de la Especialidad-Maestría en Estudios de la Mujer y el Doctorado en Ciencias Sociales, Área Estudios de Género, de la UAM-X, no han querido entender que el lesbianismo de facto rebasa al género, que no es un apéndice del género sino que lo trasciende y en este sentido, es transgénero. Pero no como lo entiende la visión masculina de los transgéneros, donde el hombre se apropia de los atributos femeninos históricamente impuestos y repudiados por las mujeres (recogen lo que las feministas han tirado a la basura),
[1] Francesca Gargallo, Las ideas feministas latinoamericanas, 2004. Universidad de la Ciudad de México. Pág. 47.

El Movimiento Lésbico Feminista en México (de la pág. 41 a la 60)

sino la real transgresión del género, es decir:
1.- la negativa a reducirse a ser madre y esposa;
2.- la negación a someterse a la maternidad forzada:
3.- la abolición del trabajo doméstico y su ubicación como trabajo social asalariado;
4.- el trascender a la familia como la célula básica del cuerpo social (sustituyéndola por la comuna y la comunidad);
5.- el acabar con el hogar como la cárcel de las mujeres;
6.- la abolición de la división sexual del trabajo, es decir, de los géneros, la mujer a la vida privada y el hombre a la vida publica;
7.- la eliminación del coito (penetración del pene en la vagina, el ano o la boca de las mujeres) como el centro de la sexualidad humana;
8.- el finiquitar al falo como el centro del universo, falocosmovición;
8.- el acabar con la monogamia para la mujer;
9.- el establecer los cuidados paternos como obligación también de los hombres;
10.- los anticonceptivos para hombres que quieran penetrar a las mujeres
entre otros puntos.

La “revolucion” del transgenerismo.
Aquellos asuntos por supuesto, no les interesa combatir a los hombres transgénero mientras continúen contando con mujeres que les hagan sus trabajos domésticos y les laven sus calzones. Y mucho menos a los hombres queer quienes ignoran o no les conviene hablar de la “verdadera” opresión de género y de la “verdadera” revolución del género donde ellos tendrían que realizar también las labores domesticas y recluirse en el hogar para permitir la liberación de las mujeres de la opresión del género.
A cuantos travestis y drag-queens hemos visto vestidos de ama de casa haciendo trabajo domestico, de sirvienta trabajando para unos amos o de obrera trabajando en una fabrica, no, los hombres siempre van a ser reyes o reinas.

Las generistas
Las generistas tampoco han querido entender que el lesbianismo no es un asunto “sexual” sino político y por tanto, que no puede supeditarse a “Estudios de la Diversidad Sexual” y mucho menos a “Estudios Queer” lo cual resulta verdaderamente insultante, exactamente como lo impulsó en la academia la asesora política (el cerebro) de la primera diputada gay en México.
El lesbianismo no es un asunto sexual es una actitud política; y el lesbianismo feminista, una posición política. El primero, rompe de facto o “sale” fuera de los papeles históricos impuestos a la mujer; el segundo, al tomar conciencia puede transformar la realidad de todas las mujeres.
Los Estudios Lésbico Feministas están ausentes de la academia excepto en algunos seminarios que algunas lesbianas feministas han logrado establecer después de fuertes luchas y por su cuenta, pero constantemente mezclados con diversidad sexual, homosexualidad, sexualidad humana, sexualidad de la mujer, preferencias sexuales, queers, heterofeminismo, feminismo (heterosexual), etc., nunca como lo que realmente es: la rebelión de las mujeres para la abolición del patriarcado y la construcción de la nueva sociedad autárquica.

Las mujeres gays institucionales.
Hacia finales de los 80 se empezaron a generalizar las organizaciones lésbicas financiadas, primero, por agencias internacionales lésbicas o de mujeres y después por otras que financiaban proyectos sociales. Principalmente después de los 90 el gobierno mexicano empezó a financiar de manera amplia a proyectos de prevención del sida y después a grupos vulnerables en los que incluyó a mujeres gays y grupos lésbicos.
Patlatonalli de Guadalajara fue uno de los primeros grupos que inauguraron la nueva modalidad de los grupos financiados mismos que poco mas adelante consitituirían las bases del Lesbianismo Institucional. El Closet de Sor Juana consolidó y profesionalizó esta modalidad, pero con la ambigüedad de que en ocasiones se denominaba lésbico aunque en realidad era LGTB, iniciando la formación de la corriente política de las Mujeres Gay Institucionales, cuya ideóloga fue su asesora política (el cerebro) para llegar a la diputación.
Institucionales, significaba no solo vivir de y para los financiamientos sino también, el hecho de que este nuevo status les permitió ingresar, a través de las negociaciones, a diversas esferas del poder gubernamental en el país y por supuesto a las esferas del poder político gay internacional y mas delante del poder de los organismos internacionales, a nombre de las lesbianas mexicanas.

Las Ongs y las Asociaciones civiles de mujeres gays.
A partir de entonces, las organizaciones de mujeres gay que surgieron y algunas organizaciones lésbicas de derecha se avocaron y se fueron profesionalizando en la solicitud y búsqueda de financiamientos. Exceptuando algunos grupos que contaban con solvencia económica por pertenecer a una clase superior.
Paralelamente, a este proceso de profesionalización o institucionalización de las organizaciones gays femeninas; por otro lado, las lesbianas feministas autónomas se abocaban a trabajar en el proceso de organización política de las lesbianas y al fortalecimiento del movimiento lésbico, rechazando categóricamente los financiamientos y el utilizar a la comunidad de lesbianas únicamente para solicitar éstos. Una de las muestras de ese trabajo se constata en la primera Marcha Lésbica en México, en 2003 con alrededor de 4,000 mil lesbianas, según sus organizadoras.
Si bien es cierto que las Ongs y las Asociaciones civiles representaron un avance en la independencia del control hegemónico de las instituciones gubernamentales y de los partidos políticos sobre la sociedad civil y también una posibilidad de incidir en las políticas publicas desde la voz de la sociedad organizada. También es verdad que las Ongs y las Asociaciones civiles fueron y han sido utilizadas como instrumentos para fragmentar y desarticular a los grandes movimientos sociales de masas: obrero, campesino, jornalero, de servicios, popular, estudiantil, indígena, etc. y lo que es peor, para desarticular al propio movimiento amplio de mujeres, MAM.
Así como también, han sido utilizadas para golpear a los partidos de izquierda (porque los de derecha nunca han tenido una base social, excepto la comprada) y a la izquierda en general. En síntesis, han constituido el ariete del neoliberalismo para quebrar a los movimientos sociales o impedir su desarrollo. Por lo mismo, la inmensa mayoría de las ongs tienen un perfil político profundamente derechista y reaccionario.
Las Organizaciones No Gubernamentales en realidad son instancias gubernamentales para que los gobiernos puedan deshacerse de sus responsabilidades gubernamentales porque se encuentran directa o indirectamente controladas por los gobiernos y finalmente, son organizaciones cogobierno aparentando no ser gobierno.

Las organizaciones civiles democráticas o de izquierda.
Por supuesto, existen algunas asociaciones civiles u ongs que han jugado un papel político muy importante en la defensa de ciertos grupos vulnerables, procesos sociales y derechos humanos, es decir, la izquierda de las organizaciones civiles, pero se encuentran extremadamente limitadas porque cuando asumen posturas democráticas corren el peligro de que se les retiren los financiamientos.
Por lo mismo, las alianzas políticas fundamentales del movimiento lesbofeminista autónomo y radical no pueden orientarse principalmente a las ongs o asociaciones civiles sino a los movimientos sociales de masas campesinos, indígenas, obreros, desempleados, migrantes, etc. así como también a la reconstrucción de los partidos políticos de izquierda pero con una orientación feminista. No hay que olvidar que cualquier proyecto político que no conlleve al feminismo es un proyecto patriarcal.

La sidificación del movimiento gay y de paso, del movimiento lésbico.
Cabe mencionar que alrededor del 84 se inició la sidificación del movimiento gay. Éste, no solo sufrió un proceso de desarticulación razón por la cual muchas mujeres de los grupos homosexuales se acercaron a los grupos lesbicos, sino también sufrió la reducción de toda su perspectiva política a la lucha contra el Sida, salvo aisladas iniciativas.
Ello condujo a que, sobre todo a principios de los 90, se desarrollaran una gran cantidad de grupos de prevención del sida y apoyo a personas con VIH y, aunque la comunidad lesbiana no era un sector de alto riesgo, muchas lesbianas se incorporaron a las asociaciones de lucha contra el sida porque empezaron a llover los financiamientos internacionales y nacionales.
A este respecto, se dieron dos situaciones: por un lado, muchas mujeres gays aprovecharon oportunistamente aquellos financiamientos y, por otro lado, muchas organizaciones gays utilizaron a las gays para justificar la solicitud de financiamientos contra el sida.
Algunas de las características de este fuerte movimiento, fueron: su alta despolitización; su reducción a la búsqueda y obtención de financiamientos, incluyendo el canibalismo interno por estos; la creación de una nueva clase política de funcionarios del sida ante los organismos nacionales e internacionales y, lo más grave, la desmovilización y fragmentación del movimiento gay, especialmente, del movimiento gay de izquierda, mismo que en México fundó al movimiento homosexual a finales de los 70.

La eliminación/cooptación de las organizaciones sociales.
Una vez que se acabó el mundo bipolar al disolverse la Unión Soviética, la década de los 90 se caracteriza por la imposición gradual de un poder unipolar único y universal, es decir, la Globalización Imperial de las Corporaciones Multinacionales representadas por el gobierno de los Estados Unidos atrás del cual se encuentra Israel. Corporaciones que después del 2000 lograron reducir a los organismos internacionales, es decir, a la ONU, el FMI, el BM, la AID, entre otros, a simples “agencias” de su expansión.
Por supuesto, el organismo más poderoso que se impuso fue la OMC, Organización Mundial de Comercio, quien actualmente gobierna al globo (es decir, el mundo) junto con las multinacionales armamentistas, de energéticos, de la informática y del crimen organizado.
Para lograr este propósito sometieron al globo al Modelo Económico Neoliberal, MEN.
Para lograr este objetivo, eliminaron a todos los movimientos sociales que no se sometían a sus dictámenes y cooptaron a aquellos que fueran cómplices o rentables económicamente. Ello se llevó a cabo, porque el Capital esta conformado por la explotación de la fuerza de trabajo y para controlar y aumentar esta explotación es necesario eliminar toda forma de organización social. La organización social constituye el más fuerte enemigo del capital, sobre todo, la organización de la clase trabajadora.
Por esa razón, la organización del sector de lesbianas era esencial y fundamental, pero, precisamente fue la geificación y el lesbianismo-institucional que se avocan a impedir y bloquear dicha organización: uno, al sustituirla por las minúsculas ongs (constituidas a veces por cinco o tres personas); dos, al sustituirla por las funcionarias “representantes del lesbianismo del país” o las expertas en “asuntos lésbicos”; tres, al mezclar y confundir a las lesbianas con el movimiento de la diversidad sexual; y cuarto a banalizar y trivializar la lucha lesbiana con las discos, el alcohol, las drogas y el sexo compulsivo.

La integración del movimiento gay-femenino al sistema de dominación global.
En los 90, el sistema neoliberal aceleró el proceso de integración de ciertos elementos de sectores tradicionalmente marginados con objeto de acabar de desarticular a los grandes movimientos sociales, por ejemplo: ciertos sectores raciales de color en los Estados Unidos; algunos países del tercer mundo como Paquistán o México (los grandes esquiroles); del movimiento ecologista; del movimiento de mujeres; del movimiento indígena, y paradójicamente, del movimiento de los “degenerados sexuales”: las lesbianas y los homosexuales, entre otros.
¿Porqué el sistema patriarcal-neoliberal integró a un sector social milenariamente repudiado y aborrecido, especialmente el de las marimachas?. Simplemente, porque el modelo económico neoliberal sustentado en el Libre mercado y en las ganancias exorbitantes de dinero como esencia del sistema económico mundial, descubrió que la falosexualidad y la sodomía constituían un mercado extraordinario de ganancias no solo para la industria sexual sino en general para las transnacionales del placer: hoteles, trasatlánticos, viajes, oasis tropicales, etc.
Y, lo más grave fue, que también descubrió que el lesbianismo podía convertirse en un jugoso negocio boyer, de los menags y las parejas swingers, porque los hombres preferían coger (fuquin) con una lesbiana porque era activa y no pasiva como la mayoría de las mujeres; masturbarse mirando coger a dos lesbianas o tener a dos mujeres al mismo tiempo su mujer y una lesbiana aunque esta cogiera con su mujer. “Tener” “poseer” a una mujer lesbiana, ahora significa para los hombres un doble acto de poder y doble acto de dominación: dominar a una mujer y dominar a una mujer fuerte, masculina y poderosa.
Las condiciones para logar este objetivo fueron: uno, desarticular al movimiento lésbico; dos, nulificar la teoría política lesbofeminista, y tres, mezclar y confundir al lesbianismo con bisexualidad, zoofilia, sadomasoquismo, coprofilia y demás fauna de la multipluralidad genital, con el objeto de acabar con la identidad lésbica, es decir, con el poder lesbiano.
Me pregunto, ¿las funcionarias lesbogays representantes de las lesbianas latinoamericanas ante las honorables instituciones internacionales y nacionales se han dado cuenta de esta situación?, ¿ó lo saben y lo callan porque están recibiendo indirectamente parte de las ganancias de estos nuevos negocios?.

La integración del movimiento generista (exfeminista) al sistema de dominación global.
Por supuesto, en relación al movimiento feminista de Latinoamérica y el Caribe se cooptó a las liderezas (tendencia a no organizarse) y a muchas organizaciones, entre ellas, a las más oportunistas y por supuesto sin principios ético-políticos (la Ética feminista), excepto algunas feministas que quedaron anuladas e invisibilizadas por las funcionarias y expertas en asuntos de género.
Tampoco fue casualidad que aquellas mujeres fueran blancas de clase alta o media y algunas mestizas con conciencia blanqueada de origen pobre. Todas ellas con una fuerte cultura occidental, es decir, desenraizadas, sin contacto con sus raíces culturales y mucho menos indígenas. Mujeres finalmente producto de una cultura racista, clasista y colonialista, aunque a esto en el lenguaje neoliberal se le llame “diversidad” o la “pluralidad”.
Dicha integración fue diseñada por el sistema de dominación mundial para fracturar y crear una división al interior del movimiento feminista, es decir, una división entre feminismo institucional y feminismo autónomo.

La “contra” exfeminista o postfeminista.
Las feministas institucionales, exfeministas, postfeministas o generistas lo primero que hicieron, fue:
- Minimizar e invalidar al proceso de organización política de las mujeres, es decir, se contrapusieron a la organización de las mujeres, a la fuerza política de las mujeres organizadas que es precisamente donde radica su poder;
- Segundo, se fueron oponiendo a vincular a la lucha de las mujeres con las demás luchas sociales aislándola de estas, bajo el lineamiento neoliberal de separar, disgregar, desarticular y fraccionar a las luchas sociales entre si.
- Tercero, fueron invalidando y despreciando a la militancia, es decir, al compromiso y el trabajo práctico con las mujeres bajo una disciplina organizativa y un programa político definido;
- Cuarto, también invalidaron y despreciaron el trabajo de base que se realizaba con los sectores más goleados de mujeres abandonando y dejándolas desprotegidas; y
- Quinto, también desplazaron hasta enterrar, el análisis político crítico del feminismo radical y revolucionario que surgió en las décadas de los 60 y 70, invalidándolo y descalificándolo como anacrónico y obsoleto, despojando de esta manera al movimiento de mujeres de sus armas teóricas.

La confrontación entre lesbianismo autónomo y lesbianismo institucional
La división entre feminismo autónomo y feminismo institucional también se produjo al interior del movimiento lésbico entre lesbianismo autónomo y lesbianismo institucional.
Sin embargo, el concepto: lesbianismo institucional, puede sustituirse por el de: lesbogay institucional, porque las lesbianas radicales argumentan que el lesbianismo es in-asimilable al patriarcado heterocentrista y sobre todo, porque el lesbianismo feminista es sustancial y esencialmente anti patriarcoheterocentrista y antiandrocentrista.
Por lo tanto, han sido las lesbogays las que han permitido o impulsado la institucionalización de las organizaciones lesbianas:
Primero, porque no les interesa la comunidad lesbiana dado no son lesbianas sino gays;
Segundo, porque se encuentran profundamente identificadas con las políticas gays financieras, aún a pesar de que exista discriminación lesbofóbica por parte de los gays en el otorgamiento de los financiamientos (control masculino);
Tercero, porque no les interesa crear “movimiento”, movimiento de lesbianas, sino comunidad comercial despolitizada;
Cuarto, porque no están orientadas al crecimiento y desarrollo del movimiento político lésbico sino a proyectos extremadamente limitados como salud, revistas, VIH, atención psicológica, campings, travels, chopings, etc. y dirigidos a núcleos minúsculamente pequeños de mujeres gays;
Quinto, porque muchas financiadoras están exigiendo que las asociaciones de mujeres gay no se centren en grupos “cerrados” exclusivamente de lesbianas, sino “incluyentes”, mezcolanza, que incluyan a bi, trans, queer y voyers, swingers, coprofílicos, zoofílcos, etc, sin “discriminación” de ninguna expresión de la sexualidad humana: ¿paidofilos?, ¿violadores?, ¿la Asociación pro-derechos sexuales de padres incestuosos?, ¿proxenetas?, entre estos por ejemplo, ¿las transnacionales de la industria del sexo necrofílico que operan en Ciudad Juárez?, etc.. Estos también son parte de la Diversidad Sexual, ¿no?.
La táctica política del “incluyente” discurso de la diversidad, fue diseñada para evitar la identificación y el fortalecimiento grupal de las mujeres lesbianas y dispersar y desarticular su cohesión. Porque el Sistema, sabe perfectamente bien que en la medida en que se fortalezca el poder lesbiano se fortalecen las mujeres en general y en la medida en que disminuya el poder lesbiano disminuye el poder las mujeres en general. Por supuesto, del lesbianismo feminista.

Los cinco encuentros lésbico feministas de Latinoamérica y el Caribe.
La realización de los encuentros lésbicos Latinoamericanos y del Caribe han constituido verdaderos actos de heroísmo debido a los enormes obstáculos que han enfrentado y a la represión que todas las instituciones patriarcales han interpuesto para evitarlos, incluyendo la falta de apoyo tanto del movimiento heterofeminista como del movimiento gay.
Cabe destacar, que a pesar y en contra de la corriente internacional gay, lesbogay, heterofeminsita y sobre todo del generismo (exfeminismo) institucional, estos encuentros se han autodenominado “feministas” en medio de la desacreditación o invalidación del feminismo por la mayor parte de aquellos.
No obstante, también dentro de estos encuentros se ha manifestado el enfrentamiento entre el lesbianismo autónomo y el lesbianismo institucional o lesbogay, que ha adquirió dimensiones muy profundas en los últimos de estos.
La dicotomía entre institucionalización y autonomía, en términos generales, podría resumirse en lo siguiente: el cuestionamiento que hacían las organizaciones lésbicas autónomas, es decir, independientes tanto del gobierno y de los partidos políticos así como de cualquier institución patriarcal o agencia financiera, ante las organizaciones lésbicas o personalidades lesbianas dependientes de los financiamientos nacionales o internacionales y de sus relaciones políticas con las instituciones gubernamentales, instancias esencialmente patriarcales.

Lesbianismo de izquierda y lesbianismo de derecha o lesbogay.
Es sumamente importante identificar a las fuerzas derechistas lesbianas y a las fuerzas izquierdistas para tener claridad hacia donde se dirigen unas y otras y cuales son sus intereses políticos reales.
IZQUIERDA DERECHA
La organización La No-organización, desorganización u
organización controlada.
Movimiento Comunidad, ghetto o clientela cautiva.
Conciencia No-conciencia, inconciencia o conciencia
enajenada
Politización Despolitización
Vinculación con otras luchas sociales Desvinculación con otras luchas sociales,
desarticulación del mov. lésbico
Inserción en las problemáticas nacionales No inserción en las problemáticas del
e internacionales país y mucho menos internacionales
Autogestión Imposición
Consenso Votación
Participación colectiva Participación selectiva y elitista
Entre otros antagonismos.

Las fuerzas derechistas lesbianas o lesbogays.
Las fuerzas lesbogay y lésbicas derechistas siempre trataron y van a tratar de impedir el surgimiento de un movimiento lésbico. Cuando éste ya se hecho a andar, tratan de frenar su desarrollo; cuando no pueden impedirlo, lo colocan bajo control oficial e institucional y finalmente, cuando este es demasiado fuerte o radical se convierten en sus detractoras.
Por ello mismo, el objetivo de estas fuerzas es mantener a la comunidad de lesbianas no-organizada, desorganizada u organizada para actividades superfluas, triviales y banales. Para lograr esto, mantienen especial interés en despolitizarla es decir, despojar al lesbianismo del carácter político que contiene y reducirlo a la genitalidad; así como a desvincularlo de aquello que lo une con las demás luchas sociales y por lo tanto, lo colocan fuera de la realidad social (el famoso sueño de opio).
Para lograr ello, por supuesto, llevan a cabo todo un procedimiento para desconcientizar a la comunidad de lesbianas (a través del entretenimiento y la dispersión, terapias, deporte, fiestas e inclusive alcohol y drogas) con objeto de poder manipularla, utilizarla y manejarla para, finalmente, explotarla (explotación directa o indirecta que se lleva a cabo a través de los múltiples negocios y empresas de la nueva cultura del marketing lésbico, que no es otra cosa que someter a la fuerte y potencialmente revolucionaria fuerza lésbico feminista al consumismo y la enajenación mental.
Por ello, las fuerzas lesbogays o lésbicas de derecha son enemigas de la liberación lésbica real.

Las lesbogay institucionales (ó lesbianismo institucional).
El cuestionamiento contra las lesbogay o lesbianas institucionales se centraba principalmente, en el hecho de que estas mujeres:
1)- fueron adoptando como modus vivendi el dedicarse a buscar y obtener financiamientos, con objeto de convertirse en “empresarias sociales”, utilizando a la comunidad lesbiana como su clientela social;
2)- empezaron a utilizar como pretexto para obtener financiamientos, la ayuda o la prestación de servicios a la comunidad lésbica sin que realmente llegara a ésta o se canalizara a un minúsculo de conocidas de aquellas;
2)- utilizaban al movimiento lésbico para acceder a puestos de gobierno, tanto de representación popular como para llegar a posiciones de funcionarios públicos, sin que existiera un trabajo real con la comunidad lésbica u olvidando su compromiso con ésta.
3)- empezaron a acceder a puestos dentro o ante los organismos internacionales “a nombre” del movimiento lésbico o de la comunidad de lesbianas del país sin haber sido propuestas o avaladas por estas y sin que se les consultara, asimismo, sin que se les informara de las acciones o iniciativas que estas “representantes” estaban negociando.
3)- su alejamiento o su absoluta indiferencia respecto de la realidad lesbofóbica que padecían la inmensa mayoría de las lesbianas en su país, es decir, las masas lesbianas que sufrían una profunda represión heterosexista.
4)- se encaminaron únicamente a obtener un alto nivel económico personal en detrimento de las masas lesbianas que con muchísimo esfuerzo lograban sobrevivir, creándose de esa manera una “aristocracia lésbica” que contradictoriamente provenía de la lucha social lésbica.
5)- más profundamente, se hicieran cómplices directa o indirectamente de los gobiernos representando un aval para que estos pudieran llevar a cabo sus políticas antipopulares y antisociales: privatizaciones, desregulación laboral, tratados comerciales, reformas estructurales, ataques laborales, despojo de las empresas publicas, entre otras,
6)- por último, lo más grave, que avalaran, explícitamente o con su omisión, la aplicación de la represión y la violencia social a la ciudadanía por parte del sistema político: ataques a los movimientos obrero, campesino e indígena; suicidio de periodistas o de defensores de los derechos humanos, entre otros. Lesbogays institucionales que no les afectó en nada la matanza masiva de campesinos en Acteal, el exterminio de las naciones indígenas, el ataque contra los sindicatos obreros, ni el femicidio en Ciudad Juárez.
Todo ello permitió la conformación de lo que ahora puede llamarse la “burguesía lesbiana”, es decir, una especie de clase capitalista lesbiana pero no porque sea propietaria de grandes capitales (hasta ahorita) sino por su ideología y por sus intereses económicos y políticos y, sobre todo, por su abjecta utilización del movimiento lésbico no sólo con fines de enriquecimiento personal sino para fortalecer el sistema social que reprime diariamente a las lesbianas.



El Closet de Sor Juana, una organización LGTB.
El proceso gradual de desaparicion de Oikabeth III debido a su lejanía con el movimiento de lesbianas y a su falta de una perspectiva lesbofeminista a finales de los 80, culminó con la fundación de El Closet de Sor Juana en 1992. Grupo que inicialmente se constituyó como organización de “lesbianas feministas” (por aquello de los financiamientos) pero que ante la carencia de una ideología lesbofeminista, su desvinculación del movimiento lésbico y de su dependencia gay y heterofeminista poco después mostró su verdadero carácter: el ser una organización conformada por hombres y mujeres bisexual, gays y transgénero.
De hecho, el Closet de Sor Juana nunca tomo parte en ninguna de las iniciativas colectivas lesbofeministas siempre formó parte de las iniciativas gays, por ejemplo como el principal fundador de CODISEX, Comité de la Diversidad Sexual, cuyo objetivo era organizar las marchas LGBT, (Folleto: El Closet de Sor Juana, sin fecha), ¿Porqué centrarse en las marchas?, porque las marchas se convirtieron en jugosos negocios bajo la lógica neoliberal. Negocios económicos, pero también políticos, es decir, “el control” sobre la comunidad gay para negociar ante el poder del estado.
Además, el rechazo de las lesbianas feministas autónomas a su dirigente, futura primera diputada lesbogay en México la ha mantenido alejada del movimiento lésbico mexicano. De hecho, su candidatura a la diputación en 1997 fue rechazada en una carta publicada por Enlace Lésbico quien aglutinaba a las organizaciones lésbicas de más impacto político en aquel momento.

La primera candidata a diputada gay.
Unos de los cuestionamientos más fuertes que se le hicieron a la candidata para diputada gay fue que hablara a nombre de las lesbianas mexicanas sin haberlas consultado y sin contar con el aval de éstas y que se erigiera en representante nacional del movimiento de lesbianas cuando ella en realidad nunca había estado dentro del movimiento lésbico (excepto en Oikabeth II). Además, se consideraba moralmente incorrecto que estuviera pidiendo financiamientos para “ayudar a las lesbianas” y los aplicara al movimiento Lgtb.
Al respecto, es importante tener claro que existen dos tipos de lideres:
-aquellas que viven PARA los movimientos y aquellos que viven DE los movimientos;
- las primeras benefician al movimiento y las segundas se benefician del movimiento.
Según “parece” (porque nunca a informado a la comunidad lésbica mexicana), el Closet de Sor Juana ha contado dos veces y ahora, parece que también una tercera, con la representación del Secretariado de Mujeres de la ILGA (¿“mujeres”?, no se sabe a que se refiere el termino “mujeres”, si a las heterosexuales o a las gays, homosexuales, bisexuales, trans…, queer, zoofilicas sadomasoquistas ó a todas juntas).

La falsa representatividad.
Por lo mismo, desde que el movimiento se encuentra fracturado, quienes se han adjudicado la representatividad y la voz oficial del movimiento lésbico en México a nivel internacional (y lo que es peor, incluido del propio Movimiento Lésbico Feminista) han sido las liderezas lesbogays quienes se han autonombrado “representantes del movimiento de lesbianas en México”, ¡gays representando a lesbianas!, así como también lo han hecho las lesbianas ó lesbogays institucionales y derechistas.
Dichas mujeres desconocen la lucha histórica lesbiana. El amplio y profundo esfuerzo histórico de multitud de organizaciones que han batallado para impulsar el proceso de liberación de la comunidad lesbiana en el país. Además, ni siquiera les interesa lo que sucede con el movimiento lésbico en México precisamente porque no son lesbianas sino gays, pero lo mas grave es que por lo mismo, están tratado de nulificar y desmovilizar al movimiento lésbico dado que este les cuestionaría el poder ilegitimo sobre el cual se erigen.
Liderezas y ongs que no por casualidad son parte la derecha lesbiana y coquetean con el feminismo de derecha, ya sea una derecha moderada: liberal, Light, políticamente correcta, civilizada; o dura: extrema, neoliberal o reaccionaria, totalmente identificadas con el movimiento gay internacional occidental y blanco expresado por la mayor parte de las políticas de la ILGA, International Lesbian and Gay Association, salvo las corrientes izquierdistas que se encuentran opacadas dentro de la misma.

Enlace Lésbico
Hacia finales de los “90s”, 1997, se formaría Enlace Lésbico, una instancia de coordinación en la capital mexicana que en un principio aglutinó a seis grupos autónomos y a lesbianas independientes (al margen de toda organización): Himen, Grupo de Madres Lesbianas Grumale II, Archivo Histórico Lésbico de México, América latina y el Caribe, Pro Derechos Humanos de Lesbianas, Telemanita del Estado de Morelos, Lesbianas Zapatistas, Musas de Metal quien finalmente no se integró por manifestar que no estaba de acuerdo con el feminismo, que incluso se oponía al feminismo y Coyolxauhqui Articulada quien salió porque dos de sus integrantes firmaron una carta de desconocimiento a la candidata a diputada gay, sin haberla discutido, misma que afectó al financiamiento del grupo. Aunque no perteneció a Enlace, es importante mencionar también al grupo lésbico Oasis de Safuega en Guadalajara quien realizó un importante trabajo con las lesbianas trabajadoras y pobres.
Enlace Lésbico tampoco incluyó en su denominación el concepto “feminista” en aras de no excluir a las organizaciones lésbicas no-feministas, e incluso a las anti-feministas como Musas de Metal, como era ya la tendencia general del movimiento gay, queer, de la diversidad, transgénero y LGBT internacional en ese momento histórico. Sin embargo, esa coordinación partió de la iniciativa de lesbianas feministas y radicales y varias de orientación anarquista.
La omisión del concepto feminista respondió a un momento histórico en el que el neoliberalismo se encontraba en vertiginoso ascenso, tratando de liquidar lo que quedaba de feminismo y de socialismo, así como a todas las ideologías que en los años 60 y 70 habían inspirado a los grandes y poderosos movimientos sociales de esas décadas.

La AUTONOMÍA, una propuesta filosófico política.
La noción de autonomía ha sido profundamente desarrollada por diversas organizaciones y teóricas lesbianas feministas radicales generalmente con una base ideológica anarquista, libertaria o ácrata, como una noción y categoría filosófico política trascendental.
Sin pretender ser especialista en el tema e independientemente de las diferentes perspectivas que existen en torno a este tema, dicha autonomía ha postulado una sólida autoconciencia individual-social profundamente desarrollada que deriva en una cosmovisión política que permitiría el desarrollo de la posibilidad de una convivencia social y planetaria a través de la autogestión, la autodeterminación y el consenso, es decir, una armonía social sin necesidad de la existencia de un Estado y sus instituciones coercitivas, represivas y controladoras de “masas ignorantes y explotadas”, es decir, el esquema social patriarcal y clasista. Sino sobre la base de un compromiso personal autoconciente de solidaridad y cooperación humana.
Esta profunda visión ideológico política contrasta con los planteamientos de las homosexuales, las lesbohomosexuales, las gays, las lesbogays y demás conductas políticas de la diversidad, queer, trans…, bisexuales, Lgtb, etc. Salvo algunas gays de izquierda que están comprometidas con la injusticia social pero que desconocen el lesbofeminismo. Asimismo, también contrasta con las profundas limitaciones del feminismo heterosexual.

Las gays, queer, bisexuales, trans y su postura política anti-lesbiana.
Las gays neoliberales se caracterizan por una ausente ó una aportación teórica extremadamente limitada, trivial y pobre, porque carecen de un sustento teórico serio y fundamentado ya que se adaptan pasivamente a las propuestas ideológicas de los hombres gays, que finalmente son visiones masculinas androcentristas y falocéntricas y en la banalidad teórica neoliberal. Razón por la cual nunca han aceptado los debates políticos públicos que les han propuestos las lesbianas autónomas.
Lo grave es que al asumir las ideologías androcéntricas, asumen sin darse cuenta las características patriarcales de la dominación: la inconciencia, el sometimiento, la opresión, el abuso, el atropello, la utilización, la explotación, la represión, la manipulación, la violencia, etc. de todos aquellos aspectos sobre los que se erige el patriarcado, y se construye la sociedad imperialista, racista, clasista y sexista.
Producción ideológica orientada encubiertamente y ocultamente a:
- aniquilar gradualmente la cohesión y la identidad lésbica;
- mimar la incipiente pero fuerte y poderosa teoría lesbofeminista ; y
- desarticular al movimiento lésbico feminista autónomo e independiente;
Ofensiva ideológica que realizan a través de un engañoso discurso posmoderno y liberal sustentado en la peligrosa teoría de la Diversidad sexual, Lgtb y Queer.
Es muy importante aclarar que indiscutiblemente es respetable que las mujeres quieran ser gay, lo inadmisible es que quieran montarse o utilizar al movimiento lésbico para someterlo a las políticas gays, para obtener un beneficio propio o para lucrar con éste.

Una autocrítica.
Es necesario que establescamos una autocrítica en relación a que muchas mujeres sobre todo jóvenes, han rechazado al feminismo por las incongruencias y las contradicciones en las que hemos caído las feministas. Exactamente como sucede con el gran rechazo que existe contra la izquierda o contra la propuesta socialista.
Ese fuerte repudio se debe en gran medida a la perdida de la fidelidad con los postulados teóricos tanto del feminismo como del socialismo, a la venta de los principios revolucionarios y a las traiciones de quienes ahora trabajan para el enemigo.
Por lo mismo, es urgente reconstruir un movimiento internacionalista feminista-socialista pero sobre bases éticas profundamente sustentadas y principios morales solidamente fincados.
Pero también, sobre una base mística revolucionaria y una nueva espiritualidad feminista re-evolucionaria que sería lo único que podría evitar procesos de degradación, descomposición y corrupción de las y los militantes de la nueva izquierda feminista-socialista así como la adopción de posturas antidemocráticas, autoritarias, represivas u oportunistas y traidoras como lo fue el estalinismo y la mayoría de los regimenes socialistas de los países del este de Europa y los partidos comunistas de casi todo el mundo.

La “gran liberación” de las mujeres
Respecto al proceso de liberación de las mujeres es indudable que ha habido avances, no es la misma situación la que prevalecía antes del siglo XX que la que existe ahora. Por supuesto que hay un adelanto en la situación social, laboral y civil de las mujeres, pero este se debe al esfuerzo y al gradual proceso de avance de todas y cada una de ellas quienes a diario han luchado por sobrevivir y desarrollarse en un mundo patriarcal, así como también, a las nuevas condiciones económicas que han incluido a la fuerza de trabajo femenina.
Sin embargo, la “gran liberación” de las mujeres a beneficiado a un minúsculo grupo femenino, quizá a un cinco por ciento del conjunto de las mujeres a nivel mundial, quienes han accedido a posiciones de poder, y desgraciadamente, quienes, desde ahí, participan de la explotación y de la opresión del resto de la humanidad, incluidas las demás mujeres. Salvo honrosas excepciones.
Ello nos conduce a afirmar que ninguna liberación real de las mujeres se puede realizar dentro del sistema patriarcal capitalista, racista, clasista, imperialista.
Además, hay que tomar en cuenta que muchos de los avances reales logrados durante los 60 y 70 se echaron para atrás durante las décadas de los 80 y los 90 que fincaron las bases del neoliberalismo actual.
Respecto a los logros institucionales y formales del feminismo estos no han bajado a las mujeres. La inmensa mayoría de nosotras, sobre todo en el tercer mundo, nos encontramos en una situación cada vez peor. El feminismo debe recuperar su orientación social y de incorporación con los sectores de mujeres más golpeados.

La gran limitación del feminismo heterosexual: el heterocentrismo
La heterosexualidad constituye una expresión de las relaciones humanas, sin embargo, el patriarcado, por un lado la ha reducido a una “conducta sexual”, genital, cuando que es ante todo una relación económica (contrato económico entre un hombre y una mujer) y por otro lado, la redujo a un asunto personal, íntimo y de alcoba cuando que es una relación social y publica, ocultando de esta manera lo más importante, que es una relación política: de poder y por lo tanto, de dominación.
Por esta razón se impuso como “obligatoria para todos”. Pero en realidad se aplica contra las mujeres, porque la mayoría de los hombres clandestinamente mantienen relaciones sexuales entre sí, asunto que se ha mantenido en completo silencio y secreto: cines, baños, cantinas, hoteles de paso, parques, bares, deportes, etc., así como el incesto sistemático de padres a hijas.
Precisamente, aquellos hombres que tienen una gran tendencia a la sexualidad con otros hombres y que no son homosexuales, enfrentan muchas dificultades para poder realizar su deseo por lo cual se transforman en hombres sumamente violentos con sus esposas. Esta es una de las causales de la violencia intrafamiliar que no se ha querido tocar, igual que el incesto.
La heterosexualidad es ante todo una “relación económica” y “una relación política” entre los dos sexos, una estructura institucional que permite el control de los hombres sobre las mujeres. Por ello, la heterosexualidad se convirtió de “opción” en “imposición” y de relación económico-política en relación sexual, en una sexualidad impuesta, obligatoria y opresiva y finalmente: en la Sexualidad Oficial del Estado o sexualidad estatal.
Institución que ha sido la forma como el patriarcado ha ejercido de manera directa su control político sobre el sector social femenino, la mitad de la humanidad. De hecho, la heterosexualidad obligatoria es la sexualidad oficial del Estado.

El feminismo heterosexual.
Dicha estructura de control y dominación, se niegan a cuestionar las heterofeministas y en ello radica su limitación.
Adrienne Rich, una de las más claras ideólogas del movimiento lésbico feminista dice: “La heterosexualidad ha sido impuesta a las mujeres forzada y subliminalmente. Sin embargo, en todas partes las mujeres le han opuesto resistencia, a menudo al precio de la tortura física, el encarcelamiento, la psicocirugía, el ostracismo social y la extrema pobreza. “Heterosexualidad obligatoria” fue el nombre de uno de los “crímenes contra la mujer”, dado por el Tribunal sobre Crímenes Contra las Mujeres de Bruselas en 1976
[1].
El feminismo heterosexual en México no ha realizado un análisis ni una
[1] Adrienne Rich, “La heterosexualidad obligatoria y la existencia lesbiana”, Articulo del libro: Sexualidad, género y roles sexuales, Compiladoras: Marysa Navarro y Catherine R. Stimpson. Fondo de Cultura Económica, 1999